David Torres
Puede que sea influencia de la Iglesia, puede que la cosa se remonte a Atapuerca, pero lo cierto es que España es un país donde el analfabetismo triunfa en cualquier ámbito. Aquí la misma universidad nombra "alumna ilustre" a una estudiante del montón que doctor honoris causa a un futuro delincuente sólo por lo bien que le lucía la gomina. Hace años un buen amigo mío hizo una entrevista para un puesto en una distribuidora de libros, un trabajo que consiste en presentar las novedades de librería en librería, pero cometió el error de confesar que leía mucho.
Pensaban que lo peor que puede hacer un vendedor de libros es probar la mercancía, lo mismo que si fuesen drogas. Lo que necesitaban era un tipo que se fuese de copas con los libreros y les riese los chistes, actividades para las que mi amigo se entrenaba a fondo y estaba muy capacitado, pero que nunca se debe mezclar con esa cosa tan fea de la lectura. Cuando yo estudiaba la carrera, en tercero o en cuarto de Filología Hispánica, el noventa por ciento de mi clase se levantó a quejarse al profesor por el exceso de literatura que teníamos que meternos entre pecho y espalda en la asignatura del Siglo de Oro. Entre las lecturas que pedían suprimir estaba Don Quijote de la Mancha y yo pensé lo lejos que vio venir Cervantes a los curas.
En el PSOE hay unas cuantas historias de superación, de ésas que demuestran que la cultura es una carga y que cuanto más bruto sea uno mejor le irá en la vida. Está, por ejemplo, Luis Roldán, que llegó a director general de la Guardia Civil con un doctorado en botellones, y ahora acabamos de enterarnos de que Koldo García empezó de vigilante jurado, siguió de portero en un burdel, después ascendió a guardaespaldas y por último acabó de consejero de Renfe Mercancías, un cargo en el que, visto su currículum de aizkolari, no le hacían falta estudios de ingeniería ni tampoco locomotora
A Koldo lo han detenido en medio de la investigación de un fraude por la venta de mascarillas durante la pandemia que se eleva a 53 millones de euros, con un beneficio de más de 9 millones, en una trama que implica a su mujer y a otras 18 personas. Al PSOE la noticia le ha pillado con el pie cambiado, con Sánchez en Marruecos y Ábalos en Babia, completamente ignorantes de lo que sucedía, pese que a Koldo se lo veía venir de lejos en medio de una muchedumbre, más o menos como a Gregor Clegane, la Montaña de Juego de Tronos.
Dicen que Koldo era el guardaespaldas, o el asesor, o el asistente personal, o la sombra del ex ministro Ábalos, y hay un montón de fotos en que se los ve uno junto al otro y, efectivamente, a poco que les diera el sol, Ábalos estaba a la sombra de Koldo. A lo mejor era Koldo quien asesoraba al ministro Ábalos cuando criticó a los cooperantes del Open Arms después de salvar a un montón de inmigrantes, porque, según dijo, le molestaban "los abanderados de la humanidad que no tienen nunca que tomar una decisión, los que creen que sólo ellos salvan vidas, desde el ámbito privado".
El ámbito privado lo llevaba el ministro Ábalos al lado, en una órbita personal de ciento y pico kilos, y ni se enteraba del campo gravitatorio de corrupción que iba cultivando a su paso. Decían que Koldo era su "mano derecha" y, como buen cristiano, Ábalos no sabe lo que hace su mano derecha mientras que, como buen psocialista, mano izquierda no es que tenga mucha. Las manos de Koldo, en cambio, no paraban quietas y su historial va desde una multa por agresión a un menor el día de la celebración del Mundial de Sudáfrica a un incidente con el alcalde de León en el que le amenazó por criticar a Ábalos y le dijo que se anduviera con ojo, que aún le quedaban tres años para joderle vivo.
Es difícil entender la relación que unía a Ábalos con Koldo, vete a saber, puede que hasta fuesen amigos. No podían estar más unidos después de que Ábalos colocara a dedo a la mujer de Koldo, Patricia Úriz, como ayudante de secretaria en el Ministerio de Transportes. Ahora se sospecha que al menos cuatro altos cargos del PSOE -Ábalos, Marlaska, Torres y Armengol- facilitaron los contratos con que la trama corrupta de Koldo se forraba los bolsillos mientras la gente se moría a chorros sin una puta mascarilla que llevarse a la boca. Ábalos, por supuesto, no sabía nada, porque entonces estaba demasiado cerca y ahora le va a faltar campo para huir de su propia sombra.
PÚBLICO DdA, XX/5566
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