sábado, 27 de enero de 2024

LOS SONETOS QUE SE DIJERON ROSARIO DE ACUÑA Y JOSÉ NAKENS EN SU VEJEZ

 



Félix Población

Hace ya bastantes años que me publicaron en la revista Cuadernos republicanos un extenso artículo sobre la personalidad y obra del escritor José Nakens Pérez* (1841-1926), por quien me interesé después de leer la compilación en sucesivos libros de los artículos que fue escribiendo en su semanario republicano, satírico y anticlerical El Motín a lo largo de más cuatro décadas (1881-1926), durante las cuales sufrió casi un centenar de procesos, decenas de sanciones y hasta excomuniones por parte de la obispalía. 

Los libros con sus artículos, como el propio periódico, tuvieron etapas de gran difusión popular, sobre todo en la primera década del pasado siglo en la que llegó a tiradas de hasta 20.000 ejemplares, que hicieron a su vez muy conocido el nombre del escritor sevillano, sobre todo después haber sido encarcelado tras el atentado contra Alfonso XIII en 1906 en la calle Mayor de Madrid, el día de su boda, por no delatar al anarquista Mateo Morral.

Tal popularidad se mantendría tras la instauración de la República de 1931, tan anhelada por Nakens desde que se malogró la primera, hasta el punto de que su nombre estaba inscrito en calles, plazas y edificios públicos, como correspondía a quien fue despedido en las calles de Madrid por un cortejo fúnebre que reunió a una multitud similar a la que un año antes había hecho lo propio con el fundador del Partido Socialista Pablo Iglesias Posse. Es de hacer notar que para ambos se utilizó el mismo carruaje.

Gracias a Macrino Fernández Riera, me ha llegado días atrás un testimonio de la fraternal amistad que se profesaron la escritora y poeta librepensadora Rosario de Acuña (1850-1923) y el director de El Motín. Se trata de dos sonetos, publicados en el semanario en 1919, cuatro años antes del fallecimiento de Acuña en Gijón en 1923 y siete antes de la muerte en Madrid de don José en el otoño de 1926, a quien en algún titular que he leído califican de santón republicano. Esto último me parece una ofensa en toda regla a la memoria de un activo escritor anticlerical, declarado adversario tanto del santoral eclesial como del político, y que de modo tan constante como desafortunado luchó por la unidad del republicanismo español.
 
Ambos escritores mantienen en sus respectivos sonetos la coherencia de su trayectoria vital, defendiendo sus ideales, sin que falte una sutil ironía con relación a lo mejor que se hubieran resuelto sus vidas siendo uno fraile y la otra carmelita, o en trocar en amables y divertidas sus plumas. En su tiempo, tanto Acuña como Nakens llegaron al arrabal de senectud luchando por sus ideas. Ninguno hizo la corte a los poderosos, como dijo el escritor de Acuña en su obituario -publicado también en El Motín- porque los dos prefirieron defender a los que no lo eran. Ambos murieron en la pobreza por no haber rendido culto al egoísmo, que es el culto mayor en sociedades como la propia en la que vivimos, donde lo que lo más se prodiga es el culto al dinero y al consumo.

*El mismo artículo se puede leer también íntegramente en mi libro La memoria nombrada, publicado por El viejo topo en 2018.

DdA, XX/5.552

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