Lazarillo
Desde el pasado 8 de diciembre, y no a mediados como comentábamos en este DdA hace unos días, el gobierno portugués advirtió del accidente que sufrió un carguero en sus aguas territoriales y que podría ocasionar la marea blanca de pelets que están sufriendo ahora varias regiones del norte de España. Cinco días después, un ciudadano de una localidad gallega de Corrubedo llamó al 112 para dar cuenta de la presencia de hasta cuarenta sacos de ese material en la playa de Balieiros. Como ocurriera con la marea negra del Prestige, con un gobierno autonómico y central del Partido Popular, se ha vuelto a repetir la negligencia e ineficacia, pero como en esta ocasión quienes forman parte de los gobiernos de España y Galicia no representan al mismo partido, uno y otro se echan la culpa de las bolinas de plástico que han cubierto las playas del Cantábrico, llegando hasta el litoral de Francia. Este Lazarillo recuerda que cuando ese ciudadano avisó del posible desastre, este país vivía una estúpida campaña navideña en la que diversos municipios, con el de Vigo a la cabeza a modo de ejemplo a imitar, competían en superarse encendiendo lucecillas de colores en su callejero o montando el árbol de Navidad más alto. Ahora, como ocurriese con el Prestige, no están siendo los patriotas de banderita en la muñeca los que están limpiando otra vez las playas, con la minuciosidad y dificultad que comporta en este caso la tarea. Algunos, que posiblemente hayan llegado a nuestro país en una patera en busca de un porvenir mejor, quizá nos estén indicando a pie de playa que nuestro mejor porvenir está en ellos. Algunos hemos llegado a creerlo porque están llenos de vida y tienen la energía y capacidad de superación de quienes han pasado por lo peor. Gracias.
DdA, XX/5.537
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