Lazarillo
Más o menos por los mismos años en que vino a la vida este Lazarillo, constaba como mandamiento de la iglesia nacional-católica vigente desde el fin de la que esa misma institución llamó Cruzada y fue la más cruel tragedia de la historia de este país, el texto que ilustra este comentario y que ha tenido la amabilidad de difundir el poeta Francisco Álvarez Velasco, a quien no tengo el gusto de conocer pero sí de estimar por sus versos. Ciertamente, entre la publicación de esa doctrina represora y los años en que la atracción por el baile pudo seducirme, ya en la adolescencia, pasaron casi dos décadas, por lo que podría pensarse que en nada influyeron en mi vida moceril, habida cuenta el aperturismo que experimentó la sociedad española mediados los sesenta. Sin embargo, tengo la sensación retrospectiva de que si no llegué al baile con la espontaneidad propia de la juventud y nunca logré bailar como la mayoría de las personas de mi generación, se debe en parte a los efectos de las prédicas con las que el clero sazonó los años de mi niñez y pubertad, bastante similares en contenido al texto difundido por Velasco. Nunca he olvidado, al respecto, cuando no tenía más dieciséis años, el apretón con que estrujó mi cuerpo una amiga algo mayor que yo al percibir la distancia con la que yo abrazaba el suyo mientras bailábamos. Con haber dejado atrás a esa edad la memoria represora de la iglesia en mi formación, es muy probable que, además de la timidez propia de la edad, no estuviera todavía libre de su influencia nacional-católica que viví y temí en mi niñez. Así fue como con la sucesión de los años me fui alejando del baile hasta ser renuente a una actividad que envidio, además de celebrar y admirar.
*Y por cierto, con relación al criterio de San Francisco de Sales sobre la setas, semejante opinión debería desautorizarlo al menos, si no como santo, sí como patrono que es de los periodistas. Además, al compararlas con los bailes, desprecia doblemente la vida que comportan unas y otros, máxime después de asistir las charlas que sobre el complejo y fascinante mundo de los hongos dio este fin de semana en Boñar (León) Juan Antonio Rodríguez Sánchez, un experto autodidacta en la materia desde que su abuelo pastor hizo prender en él esa vocación.
DdA, XIX/5.496
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