Félix Población
Tal como todo el mundo preveía, no hubo dificultades para la avenencia entre el PSOE y Sumar a fin de llegar a los acuerdos que ayer escenificaron en el Museo Reina Sofía entre sonrisas y besos. Las promesas sobre el papel (en manos del PSOE) van desde la reducción de la jornada laboral hasta la adaptación del actual impuesto a la banca y las empresas eléctricas. Se actualizarán las pensiones según el IPC, habrá subvención para el transporte público, se ampliarán los permisos de paternidad y maternidad, tendremos más dentistas y psicólogos en la sanidad pública, etc. A partir de estos acuerdos queda menos trecho para el segundo gobierno de coalición en la historia reciente de este país, algo que cabe esperar más por lo que significaría un gobierno de extrema derecha que por el convencimiento con que vayan a establecer otros acuerdos con los partidos nacionalistas, especialmente los catalanes. En un periódico proclive a la marca blanca del PSOE leo que la naturalidad con la que se firmaron los acuerdos entre el Partido Socialista y Sumar debe proyectar no sólo conveniencia sino compenetración, pues responde al ambiente en el que se desarrolló la campaña electoral, con unos resultados que refrendaron esa estrategia. En efecto, por lo que respecta a Sumar, esos resultados fueron un fracaso con relación a los obtenidos por el socio del gobierno progresista anterior (Unidas Podemos), con un decrecimiento substancial en el número de escaños que a punto estuvo de permitir que la derecha y la extrema derecha se alzaran con el gobierno en esta legislatura. Este dato, que los medios críticos con Unidas Podemos (casi todos) obvian, derivará en el porvenir en que el pez grande (PSOE) acabe por comerse al chico (Sumar). Para eso se montó la que se montó en contra de Podemos.
DdA, XIX/5.479
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