sábado, 21 de octubre de 2023

CARTA AL POETA FÉLIX MARAÑA

 

Puede ser una ilustración de texto que dice "EL BOSQUE NO ES UN ÁRBOL REPETIDO sonetos y soñetos FÉLIX MARAÑA Prólogo Valentín Martín HUERGA FIERRO editores Poesía"

     Justo Serna

Carta a un poeta
Querido Félix, me preguntas si ya me ha llegado tu libro. O, si por alguna fatalidad, hay que darlo por perdido, eso: tu libro, el ejemplar que tan generosamente me dedicas.
Me llegó, sí. Te pido excusas por mi silencio. Andaba distraído a la hora de contestarte. Suele sucederme y bien que lo lamento.
Me llegó tu libro no sé si a tiempo o en el tiempo previsto. Pero, en cuanto lo tuve, me puse y me dispuse a ello. A declamarlo. Literalmente: a declamarlo.
Lo tengo leído y bien leído. En voz alta, insisto. Quiero decir, lo tengo asimilado: con lectura, breves paradas, aún más breves ensoñaciones.
Todo ello para reemprender después la lectura y, en ciertos sonetos y coplas o cantos, con vuelta atrás, con relectura.
Ah, el soneto, la composición poética que más amo. Cuando no es deliberada, la rima en prosa deviene cacofonía.
Pero la sonoridad que alcanzas en tus sonetos es lo opuesto: la rima me hace volver a recitarlos. Otra vez en voz alta, por supuesto.
Dice Valentín Martín en el prólogo que en los últimos tiempos hay o ha habido un cierto abuso del soneto, en ocasiones repleto de vaciedades u oquedades, no recuerdo bien.
No es tu caso, se apresura a aclarar, el desternillante prologuista. Con razón. Leer ‘El bosque no es un árbol repetido’ (2023) es una experiencia que agradezco.
Tomas el bosque como imagen milenaria, antropológica, por la que adentrarte. Pero, cuidado, nos adviertes implícitamente: que el bosque no nos impida ver los árboles.
Hay que examinar árbol a árbol, individuo a individuo; hay que mirar atentamente, mostrando curiosidad por lo ajeno, por lo extraño o por lo próximo. Eso sí, sin abandonarnos a fáciles familiaridades.
Nada de lo que nos es ajeno debe resultarnos familiar. Si ocurre tal cosa, entonces nos conformamos con lo obvio o lo trivial.
Cada poema es una incursión, indagas y arriesgas una interpretación de lo que existe, de los seres y circunstancias que te rodean física y literariamente.
Eso hace que en cada soneto, por ejemplo, podamos encontrar el canto de un poeta o la celebración de un hecho prodigioso, de la naturaleza, de la sociedad. También de la humanidad silente.
No te resignas a generalizar, vaya. No te conformas con la vaguedad expresiva, claro. ¿Cómo podría hacer tal cosa un poeta?
Por una parte, algunos de tus poemas me exaltan e incluso me hacen reír con ganas, dados el verbo burlón y la actitud irónica que te son frecuentes.
Por otra parte, algunos otros versos tuyos me impresionan hasta la lágrima. No es cursilería. Es el efecto de tu escritura. Imagino que me conmueves y yo me emociono por fraternal solidaridad.
He gozado con la celebración de la vida, un canto implícito que atraviesa todo el volumen de principio a fin, incluyendo lo que no es de tu autoría: desde el exergo de Henry David Thoreau hasta la despedida de Antonio Machado.
Y me he conmovido con la muerte y sus distintas formas y azares. Insisto: con la presencia intermitente de la muerte que está en tus poemas, una evocación de poetas o de amigos ya desaparecidos o de la propia madre, que permanece ‘in absentia’. Que vive en las coplas que le dedicas.
¿Qué te puedo decir? Pues que no me conformo, que lo volveré a leer, que lo volveré a recitar.
No sé: en un día, dos o más, así que pase un lapso necesario, así que se sedimenten la impresión y su efecto.
Querido Félix, querido Félix Maraña, recibe mi agradecimiento,
Justo.

DdA, XIX/5.475

No hay comentarios:

Publicar un comentario