jueves, 14 de septiembre de 2023

LA ESPAÑA VACIADA Y LA ESPAÑA HUECA

 



Félix Población

Si me he permitido variar en el titular el calificativo con el que El Roto se refiere a una de las dos Españas a las que alude en su magnífica viñeta, publicada como es habitual en el diario El País, es porque la España vacía es más bien una España vaciada a cuyas gentes se les privó de porvenir y hubieron de buscarlo más allá de las tierras que cultivaron sus antepasados. 

Con permiso del autor, me permito trasladar ese adjetivo a los labios del protagonista de la imagen porque creo ver en él, precisamente, la de un campesino de esas tierras vaciadas en algunas provincias del país, uno de los muchos que se vieron obligados a emigrar y para quienes, de seguro, las tierras que labraron sus mayores nunca estarán vacías y sí vaciadas, porque además de lo arraigado que las tienen buena parte de los que se fueron, forman parte de la vida y muerte de quienes les precedieron en la lucha por la vida. 

Nunca estarán vacías y sí vaciadas esas comarcas que, como las de la montaña leonesa que estoy aprendiendo a conocer con el detenimiento y hasta la expectación que reclama su ausencia de voces durante los inviernos, todos los veranos acogen a buen número de los que hicieron su proyecto vital fuera de allí, fieles a la querencia de la casa y los huertos de los padres o abuelos, vaciados que no vacíos porque en ellos habita algo más que su recuerdo: el sentimiento de no perderlos para siempre en la memoria y la necesidad de volver a beber el agua de las fuentes en las plazas. 

Esto último me lo sugiere un breve poema de Rafael Alberti, escrito con el sentimiento de quien como exiliado o transterrado  añora el viejo patio familiar que un día fuera una fuente de agua. En su caso, los suyos fueron unos versos gestados con la emoción de la ausencia que experimenta quien fue condenado a una diáspora impuesta a sangre y fuego por la España hueca del fanatismo y la regresión, esa que se niega a dejar de existir tantos años después y luego de cuatro guerras civiles.

Hoy las nubes me trajeron,
volando, el mapa de España.
¡Qué pequeño sobre el río,
y qué grande sobre el pasto
la sombra que proyectaba!

Se le llenó de caballos
la sombra que proyectaba.
Yo, a caballo, por su sombra
busqué mi pueblo y mi casa.

Entré en el patio que un día
fuera una fuente con agua.
Aunque no estaba la fuente,
la fuente siempre sonaba.
Y el agua que no corría
volvió para darme agua.

     DdA, XIX/5.444     

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