miércoles, 23 de agosto de 2023

LAS MUJERES DE ESTE PAÍS HAN GANADO EL MUNDIAL DOS VECES


La dimisión de Rubiales sería la guinda del pastel de esta victoria contra quienes llaman gilipollez a que toda una nueva generación de niñas tenga que seguir entendiendo como algo natural que sus cuerpos sirvan para canalizar la alegría, el enfado o el aburrimiento de tipos como Rubiales.

Gerardo Tecé

Las mujeres de este país han ganado el mundial y lo han hecho dos veces. Lo ganaron cuando la sevillana Olga Carmona batió de un zurdazo cruzado la portería inglesa en el minuto 29 de partido, y también cuando un gesto machista del presidente del fútbol español no quedó en “un pico sin importancia” como se pretendía una vez acabada la final. La primera victoria, deportiva, tiene tras de sí trabajo, talento y mucho mérito. La segunda, la social, llega gracias al músculo de tantas mujeres que hace tiempo dijeron basta. Músculo como para tumbar al machismo en el que tradicionalmente ha sido su feudo inexpugnable, el fútbol. Si en la victoria deportiva hubo que doblegar a la todopoderosa campeona de Europa, en lo social se logró el título goleando a todo un ejército dispuesto a que, incluso en la celebración del éxito de las mujeres, los gestos machistas pudiesen campar a sus anchas sin consecuencias. Aunque hoy nadie lo acompañe en el foco tras su derrota, Rubiales no estaba solo cuando se disputaban los momentos más trascendentales de este partido en lo social. En los momentos posteriores a que el presidente de la RFEF soltase aquel beso forzado, incómodo y desubicado en la boca de su subordinada que todos vimos por televisión, en su equipo jugaba la inmensa mayoría del periodismo deportivo español que, en un primer momento –es en los primeros momentos cuando se demuestra valentía– le quitó hierro al asunto. Bueno, una tontería sin más. Vamos a celebrar lo que han hecho estas chicas y a dejar de cogérnosla con papel de fumar. Las que se quejan por esto es porque nadie les da besos a ellas. Gilipollas fijándose en detalles sin importancia. Unas histéricas, vaya.

Por eso tiene mérito esta victoria consistente en haber doblegado el enorme aparato del corporativismo machista y por eso hay que celebrarla. Porque se ha evitado que la incomodidad, que sintieron miles de niñas que observaban por televisión cómo su ídola era besada en la boca sin permiso, quedase sin explicación tal y como se quería decretar. Porque es una jugada arriesgada y valiente señalar con el dedo un comportamiento que daña a las mujeres cuando el cuerpo pide celebración y mirar hacia otro lado. Porque en los primeros momentos, los importantes, estás sola si lo haces y eres, con toda probabilidad, una histérica. Gracias a esa valentía, los gerifaltes mediáticos del fútbol, cuya mayor aproximación al feminismo consiste en intuir que los chistes de mujeres en la cocina ya no deben contarse en público, ahora intuyen algo nuevo. Dejémosles tiempo para que entiendan en qué consiste ese algo nuevo. Los laterales a los que critican desde el micrófono por falta de punta de velocidad no son precisamente los más lentos en este deporte.

La dimisión de Rubiales sería la guinda del pastel de esta victoria contra quienes llaman gilipollez a que toda una nueva generación de niñas tenga que seguir entendiendo como algo natural que sus cuerpos sirvan para canalizar la alegría, el enfado o el aburrimiento de tipos como Rubiales. Haber empañado el mayor éxito del fútbol femenino copando portadas internacionales que hablan del machismo del máximo representante del fútbol español en lugar del histórico triunfo de las mujeres sería motivo suficiente para que Rubiales se marchase hoy mismo. Es inevitable pensar qué consecuencias tendría para Rubiales haber empañado internacionalmente la victoria de España en un mundial masculino. Cómo se gestionaría que se descubriese que manipuló declaraciones de las estrellas de la selección masculina para salvar el culo. Que a esta hora no haya dimitido tiene una explicación: no es para tanto, sólo es fútbol femenino. A pesar de sus gestos eufóricos en el palco, Rubiales esto lo tiene claro. Si quienes tienen en su mano la decisión de que se vaya permiten que siga, habrán demostrado el mismo grado de machismo que su beso forzado. Pase lo que pase, la victoria, las dos, ya están en el lado correcto de la historia gracias a las mujeres.

CTXT  DdA, XIX/5.425

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