domingo, 16 de julio de 2023

¿QUÉ SE SABE DE ANTES DE LA BASÍLICA DE SAN PEDRO?


Carlos Taibo

Estos días, en Roma, me ha dado por pensar en por qué nunca me han atraído mucho los romanos. No hablo, claro, de los habitantes contemporáneos de la ciudad, sino de César, de los acueductos, de Virgilio, del foro y de las termas. Supongo que al respecto pueden aducirse varias explicaciones. Una dirá que los romanos mucho tienen que ver con una civilización (?), la nuestra (?), que me gusta poco. Hay quien agregará que, comoquiera que dejaron una huella visible en la península Ibérica, lo suyo a duras penas me parece original y novedoso. Y hay quien apostillará que al cabo configuraron un imperio que, como todos, poco tuvo, a mi entender, de admirable y generoso.

Tal vez por esto último me interesan más los cristianos de los primeros siglos -obligados a vivir en oscuras catacumbas- y he buscado con denuedo en Roma las iglesias, siempre modestas, que edificaron. O los restos, por mejor decirlo, de esas iglesias. Qué llamativo me parece que escaseen las monografías sobre el templo que, hasta el siglo XVI, ocupó el espacio de la basílica de San Pedro, en el Vaticano. El esplendor barroco del Bernini, otro imperio para la cuenta, borró un pasado al que ya no prestamos atención. Como siempre.

    DdA, XIX/5.395   

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