sábado, 10 de junio de 2023

UNA ESPAÑA QUE AÚN QUEMA A SUS MUJERES


Manuel Santana

Yolanda Díaz, legitimada únicamente por el dedo de Pablo Iglesias para sucederle en el liderazgo de la izquierda, ha desollado políticamente al mayor activo del partido a cuyos hombros se subió para adquirir su actual dimensión política, a la sazón madre de los hijos de Iglesias.

No es el guion de la primera temporada de una especie de versión española de Succession, pero uno debe frotarse los ojos con denuedo mientras se pregunta si todo lo acontecido en los últimos meses en el espacio a la izquierda del Psoe puede ser cierto. Resulta tan tentador pensar que Homero o Shakespeare han tenido algo que ver en este drama, tan fácil sentir que durante este tiempo hemos estado asistiendo a una tragedia implacable que invoca lo peor de nuestra naturaleza, que no he sabido evitar la tentación de recordar algunos instantes trascendentales del cine vinculados a las fundamentales pulsiones de traición y escarnio que atraviesan el relato de lo hechos.

He visto a Eduardo Manostijeras, huyendo de una muchedumbre enfurecida que exigía su linchamiento, porque la mediocridad siempre odia lo que es mejor que ella, ha venido a mi memoria el rostro quebrado y vencido del William Wallace de Braveheart, cuando descubría en el mejor aliado y amigo la traición que ni había imaginado, he pensado en el Espartaco de Kubrick, y en el espectáculo que con su cuerpo mutilado quería darse a las masas, para que estas viesen en su carne las consecuencias que sufriría todo aquel que osase desafiar el status quo impuesto por los de siempre, he vuelto a la Juana de Arco de Dreyer, a ese rostro desasosegante y descarnado de María Falconetti, quemada viva por los hombres que jamás le perdonaron que una mujer se atreviese a transgredir el rol al que había sido condenada por su época.

Y después, tras este funesto desfile que desde la historia y el arte habla de lo peor de la condición humana, ha venido a mí Irene; que la acusasen de deber su posición a su pareja, que publicasen las fotos de sus ecografías, que un "periodista" de derechas asaltase la privacidad de su casa, que allanaran su despacho en el Congreso de los Diputados, que hordas neofascistas acampasen durante meses frente a su hogar, que tuviese que suspender unas vacaciones en Asturias tras recibir amenazas de muerte, que estuviese cerca de perder a dos hijos a causa de un parto prematuro provocado por el estrés.

No sé si les suena pero, inevitablemente, cultura cristiana obliga, el último acto de esta elegía es el de quien es sacrificado por los pecados de los demás; en el centro de una plaza pública atestada de gente, con pulso firme y sin resquicio de duda, una Yolanda Díaz enardecida por los medios de (in)comunicación que la han espoleado, cercenó la cabeza de la víctima ante los vítores y aplausos de una derecha febrilizada, que durante años deseo deglutir el cadáver de Irene Montero, para finalmente proceder a desmembrarla y repartir por piezas sus restos a sus enemigos; Al Tribunal Supremo que durante estos días ha hecho campaña contra Irene, a la derecha, a la ultraderecha, a Ana Rosa, a García Ferreras, a Pablo Motos, a Eduardo Inda, a Vicente Vallés, a Javier Negre, y al progrepijismo periodístico que, desde que el cuerpo extraño Iglesias osase abandonar la política institucional para competir con los medios de (in)comunicación de la progresía, no han cesado de arremeter tanto contra él como contra Podemos; de Antonio Maestre a Esther Palomera, pasando por Pedro Vallín o Elizabeth Duval.

No sé quién coño dijo que perro no come perro, quién fue el incauto, pero a la vista del bochorno político vivido en los últimos días, debemos inferir, en buena lógica, que no solo perro come perro cuando se trata de la izquierda, sino que el holocausto caníbal al que se ha sometido a la ministra, la impudicia del ensañamiento con el que se ha aleccionado a la que fue portada de Time, y puso su cuerpo por delante para llevar leyes como la Ley Trans, la Ley del Solo Si es Si, o la reforma de la Ley del Aborto hasta sus últimas consecuencias, hace pensar que engullimos y escupimos a los nuestros como si del hueso de una miserable aceitunilla se tratase.

¡Quién fuera Zaplana, quién Cospedal, Rajoy, Esperanza Aguirre, Díaz Ayuso, Ana Botella y tantos y tantos otros, para saber al menos lo que se siente cuando se es protegido por los tuyos!

      DdA, XIX/5.368     

No hay comentarios:

Publicar un comentario