Manuel Rivas
Gonçalo Tavares escribió un libro concebido como una psicogeografía donde pudiese habitar la imaginación. El libre lugar-libro se llama El barrio. Sus vecinos llevan el nombre de escritores. Uno de ellos, el señor Valéry, solo viste de negro: “Mi truco es andar siempre de luto. Para atraer la alegría”.
Quizás la clave de los tenaces desencuentros en los campos de la izquierda ‘noir’ esté ahí. Que no viste de negro. A una negociación política, sobre todo si es para celebrar, conviene ir de luto.
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El señor Valèry, el habitante de El barrio de Tavares, sólo tocaba las cosas que estaban a su izquierda con la mano izquierda y las que estaban a su derecha con la mano derecha. “El error surge cuando alguien toca el lado derecho del mundo con el lado izquierdo del cuerpo, o viceversa”. Demasiado perfeccionista el señor Valéry. La manía contraria, sistemática, es la que caracteriza a gran parte de los medios de comunicación en España. Todos los asuntos de la izquierda los tocan con la mano derecha.
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“¡Matadlos!”, dijo Ayuso en referencia a las izquierdas. No fueron pocos los comentaristas que disculparon la consigna necropolítica como una broma castiza. Pero bien sabemos que, en la historia de España, las palabras no son balas de fogueo. Llevan plomo. Matan. Y la muerte es una broma, sí, pero infinita.
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La reacción natural, inmediata, al “¡Matadlos!”, debería ser la unión de las izquierdas por la supervivencia. Desde luego, es lo que harían los muertos. Pero tal vez la ceguera de algunos se debe a que solo prestan atención al “fuego amigo”. Lo que me hace lembrar la sorprendente escena que viví en un velatorio, cuando un asistente, cojo, pero vivo, levantó la muleta delante del difunto para exclamar:
– ¡Peor es lo mío!
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El oblicuo líder de la derecha leyó de mañana, muy satisfecho, el titular de la entrevista: “Lo que más me duele es España”. Tenía razón el asesor de imagen: “¡Nada como un clásico!”. El de España es un dolor entusiasta, que siempre funciona y desafía el umbral del dolor. Por la tarde, hizo unas declaraciones muy comprensivas con la fuga de Ferrovial, en nombre de la libertad de establecimiento. ¡También a Rafael del Pino le dolía España! Y por eso se marchaba esforzadamente, con todo lo que pesa el dinero, después de 25 dolorosos años de cártel de constructoras para cargar con el sacrificio de forrarse con las obras del puto Estado. Ahí se ve cómo la derecha sabe tratar sus asuntos, cuando conviene, con la mano izquierda. Por el contrario, hay una izquierda que acostumbra solucionar sus asuntos con la mano derecha, tiesa como un palo. Como aquel médico que fue a tratar a un marinero que venía aullando de dolor, con el pie aplastado, porque le había caído encima una barra de hielo. El doctor ordenó nada más verlo: “¡Póngale hielo!”. Y el marinero sólo fue capaz de balbucir: “¡Más hielo, no, por favor!”.
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Ahora ya sabemos qué harían los políticos y comentaristas más patrióticos de tener una gran empresa como Ferrovial. Llevarla fuera de este ingrato país. El personaje más interesante en este cambalache es el hermano, uno de los cuatro potentados, Leopoldo del Pino, que no apoyó la maniobra del traslado de la empresa. Pero no fue el hombre de portada y homenaje en la prensa patriótica. Suerte tuvo de que no lo quemasen. ¡Tocar con la mano izquierda las cosas de la derecha!
A mí también me duele mucho España. Me duele por la parte de Doñana, me duele un poco más a la derecha, por el Mar Menor, me duele más arriba, por las tablas de Daimiel, me duele algunos días, con náuseas, por la parte de Sanxenxo... Pero lo que más me duele esta temporada es justo en el centro. Me duele Madrid, qué le voy a hacer. Las encuestas le dan mayoría absoluta a la derecha caníbal que comanda Ayuso, la del simpático “¡Matadlos!”. Escribe Terry Eagleton: “Mientras la historia se mueve hacia adelante, el conocimiento de ella marcha hacia atrás, así que cuando escribimos sobre nuestro pasado reciente no paramos de encontrarnos constantemente con nosotros mismos”. Yo ahora mismo estoy buscando un hueso enterrado hace veinte años, el 30 de junio de 2003, una fecha clave en la historia de la mafia. El día del Tamayazo en la Asamblea de Madrid. La verdad es que no sé cómo fui a parar aquí.
Luzes DdA, XIX/5.346
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