viernes, 21 de abril de 2023

ARCADIO ÁLVAREZ, HERMANO, AMIGO, COMPAÑERO Y MAESTRO DE CORAZÓN

 


Alejandro Álvarez

Ha fallecido mi hermano, Arcadio Álvarez López, buen maestro y concejal de cultura de Grado, a los 68 años a causa de una cruel embestida de la vida, el Alzheimer, que fue dejándolo sin ella paulatinamente hasta arrebatársela del todo antes de ayer, 18 de abril.

No resulta fácil despedir de forma definitiva, con el ánimo sereno, a un hermano con el que compartiste gran parte de la vida: los juegos en la más tierna infancia (Arcadio y yo nos llevábamos apenas un año), los cambios asombrosos de la pubertad y las vivencias de los años entre oscuros y deslumbrantes del internado en el colegio de los agustinos de Palencia, donde descubrimos, lejos de nuestro pueblo escondido entre montañas, cosas desconocidas e insólitas para nosotros, de las que ni siquiera sospechábamos que existían, porque la vida en nuestro pueblo tenía todavía entonces, en nuestra adolescencia, un aire antiguo, lleno de mitos y ánimas del purgatorio pero más vacía de los avances del progreso.

Sí, resulta doloroso despedir definitivamente a un hermano que ha sido tu amigo de confidencias desde la adolescencia a la primera juventud, con el que has realizado los primeros viajes con la tienda de campaña, has salido con él de copas y de ligues, has vivido muchas experiencias hasta sus últimas bocanadas e incluso has compartido militancias sindicales y políticas. Demasiados tanteos y aprendizajes, aciertos y tropiezos, alegrías y desengaños vividos en común como para decirle adiós a todo ello sin sentir un desgarro en el ánimo, ese que se produce cuando pierdes algo querido que ya no recuperarás nunca. La razón me dice que se ha liberado del sufrimiento, y es cierto. Eso debería producirme cierta tranquilidad, pero las emociones se mueven a su arbitrio, inundándome el ánimo de tristeza y dejando poco espacio todavía para el consuelo. Aún con ello, forzando a la razón y a los recuerdos, sí encuentro motivos sobrados para hacer prevalecer los sentimientos de orgullo y alegría por haberlo tenido como hermano.

Arcadio fue, ante todo, una buena persona, en el sentido machadiano de bueno, con el que se podían mantener desacuerdos pero era difícil tener enfrentamientos. Es la cualidad que lo ha definido siempre. Eso es lo que permanece en el recuerdo de todas y todos los que lo conocieron en los diversos ámbitos en los que se desenvolvió su vida. Como maestro, primero en Galicia, luego en Gijón y la mayoría de su vida profesional en Grullos (Candamo), tenía el afecto y una alta valoración de sus alumnas y alumnos. En estos últimos años, cuando paseábamos por Grao o tomábamos algo juntos en esa villa, que fue también su pueblo de corazón, no fueron pocas las ocasiones en las que le dijeron: “fuiste el mejor profesor que tuve”. Esta frase u otra de contenido equivalente la he oído sobre él en más de una ocasión saliendo de bocas de personas que no estaban obligadas ni condicionadas a decirlas. En su etapa de concejal de cultura de Grao, donde representó a IU durante varias legislaturas, se inauguró la Casa de Cultura, el Aula de las Metáforas y diversos espacios culturales en los pueblos del concejo, en los que Arcadio tenía una alta consideración. Su acción política deja una huella que será recordada en el consejo moscón. Su paso por la vida no ha sido inútil ni anodino, aunque la enfermedad truncó su labor en un momento de plenitud. Estas certezas que me dicta la razón alivian la tristeza que me genera su pérdida definitiva.

   DdA, XIX/5.430     

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