Félix Población
Desde su fundación vengo colaborando en el periódico El Salto de un modo regular. Lo hago porque me parece uno de los medios más dignos que se publican actualmente en España. A dos redactoras de El Salto se la ha detenido estos días por supuesta complicidad con dos activistas contra el cambio climático que hicieron explícita su protesta pegando sus manos a los marcos de las dos Majas de Goya, sin daño alguno para esas obras pictóricas de Francisco de Goya.
A las dos periodistas se las criminalizó sin pruebas y en algunas asociaciones profesionales, como la de la Prensa de Madrid y la FAPE, se las consideró cómplices por haber sido convocadas para que dieran información de la noticia, algo que a mi juicio comporta un grave ataque a la libertad de información, del que son cómplices ambas asociaciones profesionales.
Aunque en otros museos europeos se vertieron días atrás determinados productos que no afectaron a la integridad de alguna de las obras expuestas, para llamar asimismo la atención sobre el calentamiento global del planeta, en el caso del Museo del Prado la acción ni siquiera afectó a las pinturas y se limitó a grabar en la pared la cifra de 1,5 grados, la temperatura fijada en el Acuerdo de París de 2015 como límite en la lucha contra el calentamiento global. El calentamiento es constante y se ha acelerado en la última década. Desde 2002 se registran temperatura superiores a la media. El planeta es ahora una grado más cálido que en la etapa preindustrial.
Las dos activistas están acusadas de un delito contra el patrimonio y han sido tratadas como eco-terroristas y eco-delincuentes en algunos diarios, mientras se celebra una nueva cumbre del clima en Egipto que no va a suponer ningún avance en la materia, tal como viene ocurriendo desde hace treinta años. Ni China, Estados Unidos, India y Rusia, los países que más contaminan, están presentes en El Cairo.
¿De qué nos vale el magnífico patrimonio artístico del que goza la humanidad si a la postre acabamos con el planeta en el que el ser humano ha sabido crear tanta belleza? ¿Somos merecedores de tanta belleza si somos incapaces de defender la vida y la belleza del planeta en la que esa belleza artística fue creada?
DdA, XVIII/5.303
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