jueves, 27 de octubre de 2022

SANIDAD PÚBLICA: DE LA CADENA DE MONTAJE A LA DISOLUCIÓN



Félix Población

Una profesional de la medicina firma en un periódico una carta en la que hace constar que los médicos en general y las Urgencias en particular están pidiendo ayuda y nadie parece escucharlos ni poner los medios para dar soluciones a los problemas que se viven en el sector. 

Cifra la remitente en dos esos problemas: falta de personal y sobrecarga física y mental. También se pregunta la autora de la misiva qué les queda a los sanitarios en general con un derecho a la huelga mermado por unos servicios mínimos del cien por cien. Como esas quejas están formuladas desde el ejercicio activo de la profesión, hay que preguntarse con la afectada cuánto se puede aguantar en esta situación, que quienes asisten como pacientes a los servicios de la sanidad pública está teniendo la oportunidad de comprobar una vez tras otra, con un sensible declive en los últimos años, a pesar de la brutal pandemia que acabó con la vida de miles de enfermos en nuestro país, especialmente entre los ancianos alojados en residencias y geriátricos. 

Muchas de ellos perdieron la vida en la soledad de sus habitaciones por no sobrecargar más aún el trabajo de los profesionales sanitarios en los hospitales, cuyos presupuestos y personal habían sufrido drásticos recortes en los años previos. Lo que era de esperar después de eso era un reforzamiento de la sanidad pública, lo suficientemente efectivo como para que la médica de la carta en cuestión no se dirigiera a nuestros gobernantes con esta significativa observación: “Si quieren que no les tratemos como a tornillos, trátennos como a personas y sáquennos de esta cadena de montaje en la que están convirtiendo la sanidad, aunque solo sea porque de nuestra salud depende un poco la suya”. 

Si se deshumanizara hasta tal punto la sanidad pública, como para convertirla en una cadena de montaje, mucho me temo que estaríamos ante el inicio de su disolución. De hecho, el primer capítulo de esa disolución podría estar en todos los ancianos que fallecieron en las residencias por falta de atención hospitalaria. Ni siquiera como tornillos se les trató, porque nadie les echó una mano, habiendo forjado los cimientos de este país  después de haber vivido una niñez en guerra y  de soportar una posguerra de miseria y hambre.

     DdA, XVIII/5.296     

No hay comentarios:

Publicar un comentario