Los últimos datos demoscópicos
facilitados por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) vuelven a dar
al Partido Socialista una mínima ventaja sobre el Partido Popular que, a un año
de las elecciones generales, no garantizan la victoria del PSOE en las urnas.
Parece que el efecto mediático dando a Feijóo por moderado remite por obra y
gracia de su propia labia.
No llega a un punto la
diferencia entre los dos partidos mayoritarios, pero sí llama la atención el
descenso de Vox, que pasa a ocupar la cuarta posición por debajo de Unidas
Podemos, que obtendría en las urnas un 12,8 por ciento en estimación de voto (porcentaje
similar al de los últimos resultados electorales), frente al 10,3 por ciento de
la extrema derecha.
El descenso de esta formación
es sin duda una buena noticia, que posiblemente se resienta aún más cuando doña
Macarena Olona, la lideresa del batacazo andaluz, encauce el despecho de su
defenestración con la fundación de un nuevo partido político. Hay indicios que
han alarmado a un conocido comunicador de un medio afín, que quiso saber por
Abascal de los mismos y este reconoció las heridas.
Con Europa cada vez más facha,
y teniendo en cuenta lo que la lideresa Meloni representa en Italia, no estaría
mal que los datos del CIS apuntasen a un mayor adelgazamiento de la extrema
derecha española en próximos informes. En España siguen libres de su sombra en
Euskadi y Cataluña, porque lo de Galicia era mérito del moderado Feijóo que la
tenía dentro muy a gusto.
Es significativo y digno de ser
tenido en cuenta que tanto en Euskadi como en Cataluña dispone la ciudadanía de
otros medios de información y tiene oportunidad de negarse a ver la actual
televisión pública estatal, la más conservadora en muchos años, incluidos
aquellos en los que gobernaba el Partido Popular.
Esa televisión la soporta el resto de España gracias al actual presidente de la corporación RTVE, José Manuel Pérez Tornero, y al pacto suscrito en su día entre el PSOE y el Partido Popular para que la gestión fuera tal como es. No parece que el primer partido sienta vergüenza por la programación y los informativos que se emiten desde la televisión pública estatal.
Nada hace previsible que esto pueda
cambiar en lo que queda de legislatura. Por eso se dirá algún día que con el
gobierno de coalición más progresista de los últimos cuarenta y pico años, la
televisión pública fue más de derechas que con la derecha.
Así las cosas, no deja de ser
sorprendente el resultado de esta última encuesta del CIS. Igual es porque las
audiencias de los telediarios están cada vez más bajo mínimos y estos tienen muy
mermada su influencia en la opinión pública.
DdA, XVIII/5.267
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