Jaime Richart
Hay dos paradojas relacionadas con la larga vida de estos tiempos.
Una es que la sociedad humana ha trabajado toda la vida para conseguir más y más longevidad. Hay quien incluso trabaja para lograr la inmortalidad. Y resulta que, cuando en términos colectivos más lejos se ha llegado a vivir, los viejos, que en otro tiempo fuimos guía, faro y un pozo de sabiduría para las siguientes generaciones, hemos pasado a ser, además de una pesada carga para el erario público, un estorbo y unos ignorantes pasados de rosca cuyas ideas a nadie interesa, para las generaciones actuales.
La otra paradoja es que esa larga vida de la que se benefician grandes porciones de población y nunca se había llegado tan lejos en esperanza de vida, ocurre a pesar de la certera acusación de médicos, biólogos, etc que afirman (a mi juicio con razón) que la sociedad vive absolutamente medicalizada por el reino de los Laboratorios; que a los Laboratorios, centro neurálgico del poder mundial, interesa que haya inmensos ejércitos de enfermos y de desequilibrados que con medicamentos preventivos intentan no enfermar…
DdA, XVIII/5.249
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