jueves, 14 de julio de 2022

PUEBLOS COSTEROS DE ASTURIAS ATASCADOS EN VERANO


David M. Rivas

Hoy fuimos a comer a un puertecito muy mono, pero estaba lleno de turistas. Deberían organizar un poco mejor esto. Encontrar aparcamiento era muy complicado. Tuvimos que dejar el coche a casi trescientos metros del restaurante. ¡Trescientos metros! Al llegar vimos una rampa donde no había coches, una rampa en el centro del pueblo, que caía para el mar. Había una señal de prohibido aparcar pero era completamente absurda. Por allí no pasaba nadie ni se entorpecía el tráfico. Pero no me fié mucho porque aquí todo es muy raro y lo mismo te multan por cualquier tontería. El caso es que cuando llegamos al restaurante nos encontramos con una familia que era de nuestro barrio. ¡Qué casualidad! Habían aparcado en la rampa, tan ricamente. "Si es que hay que saber imponerse", me dijo Sarai, que así se llamaba la señora. Me sentí como un tonto. ¡Aparqué a trescientos metros! "Si es que eres muy bueno", me dije. Cuando estábamos en los postres llegaron unos municipales preguntando por un par de coches con determinadas matrículas. Sarai y su marido se levantaron de golpe porque uno de los coches era el suyo. Resultó que había subido la marea y el agua había cubierto completamente los coches. ¿Pero es que aquí nadie es responsable de nada? ¿Quién le paga ahora la catrástrofe a esta familia? Porque es que el seguro parece ser que no cubre estas contingencias. Y lo más indignante es que la gente del pueblo se reía como si aquello fuera un circo. ¡Menos mal que fuí prudente! Hasta mañana. Cayetano Español.

*Es mi pueblo, lo cuentas bien aunque un poco exagerado, sí que es muy difícil aparcar y no hay transporte alternativo, esto afecta a farmacia, bancos, negocios y restaurantes. No me parecería difícil organizar un minibus regular y gratuito entre la parte alta y el aparcamiento grande, creo que los negocios lo notariían en positivo. Germán Antonio Lastra

         DdA, XVIII/5221         

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