Llevamos siglos oteando el cielo en espera de contactar con seres de otros
mundos y no hemos percibido que siempre han estado entre nosotros. En
apariencia, son difíciles de detectar. No llevan antenas ni tienen la cabeza
hinchada como si padecieran de mixomatosis. Parecen gente corriente
pero ¡ojito con ellos!. Se infiltran como sanguijuelas en posiciones de
poder para sabotear el pensamiento racional de los humanoides y colarnos
lo más grande en pos de algún maquiavélico experimento extraterrestre.
La Cumbre del
Clima es un testimonio irrefutable del akelarre alienígena que hay organizado
para finiquitar nuestra especie. ¿O es que existe otra explicación lógica a que
los líderes mundiales y las grandes corporaciones que manejan sus hilos se
pasen por el arco del triunfo la emergencia climática?
Seguro que ya
tienen la nave nodriza preparada para salir najando cuando la cosa se
ponga fea. Porque sólo la inconsciencia homicida, la cobardía y la avaricia
pueden explicar su pasotismo. Casi prefiero pensar que son parte de una
conspiración intergaláctica para aliviar al machacado planeta tierra purgando
su más nocivo virus: Osea, la especie humana. Sería menos miserable.
Mi cabecica
va de aquí para allá observando el panorama. Ahí está también la nueva variante
del COVID, Ómicron. No me digan que no suena a plaga sideral. Un virus
multimutante que parece diseñado en un laboratorio marciano para hacernos la
vida más rara y más difícil, aún si cabe.
Pero
servidora ve señales de la invasión por todas partes. Observo los
síntomas. Como si se produjera una posesión de los cuerpos que transformara en
gilipollas integrales a personajes públicos creando una confusión en sus
neuronas que luego trasmiten al respetable sin pudor.
Por poner un
ejemplo, así al desgaire, nombraré a Pablo Casado. ¿Qué le pasó al masterizado
muchachuelo para confundir el aguilucho franquista con la misa del gallo y
colarse, sin querer, en un funeral en honor a un tal Francisco? Quizás
pensó que era por el bueno de Paquito el chocolatero. Y, cuando escuchó los
vivas a Franco, entendió que también se honraba la memoria del genial Battiato.
Aunque lo del "cara al sol" lo descuadró un poquito cavilando en cómo
se calentarán por las noches los pobres falangistas que usen energía solar.
No se puede ser
más tonto sin que duela. Y más dolores debe sufrir el diputado de VOX que dijo
aquello de que, en su organización, había mujeres "casi" tan válidas
como los hombres. ¿Extraterrestre o imbécil? Escojan ustedes mismos. En vista
de tanto frikismo ya tengo dudas razonables acerca de que la que proceda
del espacio exterior sea yo. Todo alrededor me parece extraño y falso.
¿Recuerdan la mítica serie V? Pues ya no me extrañaría un pimiento que nuestros
mandamases tuvieran un lagarto oculto bajo su piel. La sangre la tienen fría y
el neocórtex de reptil. Así que hay indicios. Ahí lo dejo. Vayan dándole una
vuelta.
La buena
noticia para los amantes de nuestro planeta es que, tras nuestra extinción, se
regenerará como el que se saca un golondrino y otros tipos de vida saldrán
adelante. La mala es que, tras el susto, a nuestra especie le toca
muerte en la lotería universal. Y lo cierto es que llevamos todos los
números para resultar agraciados y llevarnos por delante a cualquier bicho
viviente.
Si existe
vida inteligente en otros mundos, ya que es evidente que aquí no, se andarán
con cuidadín de no asomar el morro por la tierra. No necesitan esclavizar a
nuestra civilización ni destruirla. Lo hacemos muy bien solitos. Nosotros somos
la peor pandemia del planeta. Solo es cuestión de que tengan un poco de
paciencia y se lo dejaremos libre.
Eso sí, lleno de mierda. Salud y un terrenal abrazo para tod@s.
DdA, XVII/5023
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