miércoles, 29 de septiembre de 2021

UN BLUES PARA TEHERÁN


Félix Maraña

El Festival Internacional de Cine de San Sebastián es la mayor oferta de cine en directo del mundo. Por lo menos, en el mes de septiembre. Aunque los telediarios sólo hablan de la sección oficial, de excelentes películas este año, el Zinemaldi ofrece a diario cientos de películas, que muestran la diversidad y pluralidad universal del lenguaje cinematográfico. Algunas de estas películas son joyas, recién construidas por orfebres. Es el caso de "Un blues per a Teherán", dirigida por Javier Tolentino . Me lo tomé como un regalo de cumpleaños. La película es un poema sinfónico, un tratado de antropología cultural, un musical en el que se alienta el conocimiento de un mundo, un país y unas gentes de aspiración universal. Consta de diversas salas, tramos conexos de tiempo, memoria y vida cotidiana, en el que la música compone la sinfonía que corona la imagen. La fotografía es un mosaico más del mosaico de este poema. Una película donde se aprecia las influencias y guiños que Tolentino hace al cine de Medio Oriente. Un discurso poético y sutil en el que se retratan con respeto las aspiraciones de una juventud creadora. El papel que la película otorga a la mujer es relevante, en una sociedad en la que el régimen ha prohibido cantar a las mujeres. ¿Cómo se va a mantener la tradición del canto y la literatura oral, si a las mujeres se les mutila toda melodía? Es una película de retrato social, donde lo que se dice e insinúa está descrito y presentado con equilibrio. La película, como todo poema que toca la realidad, escuece a los enemigos de la Libertad humana. Por eso el régimen iraní se ha enfurecido. Sin embargo, la película es un canto a aquel pueblo, aquellas gentes, su música popular, sus instrumentos de cuerda y viento, su intránima. No es un reportaje al uso, y es un reportaje que aporta conocimiento y visión. Es una película total. Universidades, Cine Clubs, Casas de Cultura, museos, cines, escuelas de Cine, Facultad de Periodismo e Imagen, TVs, deberían difundir, estudiar y reconocer el valor de un cine exquisito, respetuoso con la realidad y por ello doblemente válido. Después de haber recorrido de Moscú a Alcorcón, pasando por Berlín y París, la película va ahora a la Seminci de Valladolid, un festival donde se valoran particularmente los Derechos Humanos. Seguro que a Joaquín Díaz le interesa y lo aplaude. Ayer fuimos a disfrutar, aplaudir y abrazar a un amigo. Gracias a Javier Tolentino, a su equipo y al Festival Internacional de Cine de Donostia.

DdA, XVII/4965

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