Luis Peraza
El espíritu olímpico siempre se ha alimentado del principio de inclusividad, de tolerancia y de la unión de las naciones a través de la competencia deportiva. Los juegos paralímpicos son como ese hermano menor a quien nadie hace caso porque toda la atención se la lleva la primogénita. Después de dos semanas de expectación y máxima atención mediática, comenzaron los juegos de personas increíbles que se han superado, que han crecido ante la adversidad de nacimiento o de la vida, se han convertido en gigantes y han ayudado a superar los peores obstáculos que la vida te pone en el camino. Por todo ello, propondría que los dos juegos se fundieran en un solo y único evento donde los deportistas convivieran. En la próxima cita olímpica en París sería increíble ver desfilar juntos a todos los olímpicos y que en un mismo espacio temporal pudieran demostrar al mundo que son los héroes del siglo XXI, modelos de cualquier sociedad moderna.
El País DdA, XVII/4940
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