domingo, 19 de septiembre de 2021

LOS "NINIS" Y LA EXTREMA DERECHA

 


Félix Población

El porcentaje de jóvenes entre 18 y 24 años que ni estudian ni trabajan en países como Suecia, Noruega o Alemania está por debajo del 10 por ciento. Si se tiene en cuenta que la cifra se registra después de una pandemia y sus negativos efectos sobre el mercado de trabajo, es hasta cierto punto asumible si se tiene en cuenta, sobre todo, que en España la hemos duplicado el año pasado con cerca de un 20 por ciento de jóvenes en esa franja de edad que están en la misma situación.

En comparación con el resto de países de la Unión Europea, solo estamos por debajo de Italia que encabeza tan desalentadora estadística, con casi un 25 por ciento, y un poco por encima de Grecia, donde se cifra en un 19,3. Superamos la media de las naciones de la Unión Europea, que sobrepasa un poco el 13 por ciento y también la de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que está en un 15,1 por ciento. Los datos pertenecen al informe Education at a Glance 2021, recientemente presentado por este último organismo.

Me consta que a la ministra de Trabajo y Vicepresidenta de Asuntos Sociales, actualmente ocupada en derogar la Ley de Reforma Laboral y poner fin a 42 años de ineficacia en políticas de empleo -sobre todo juvenil-, le preocupa en gran medida el problema que entraña una cifra tan alta de población estancada en su proyecto vital cuando más energía dispone para acometerlo. No tener en perspectiva cada día que pasa una actividad laboral o formativa que satisfaga el compromiso social de ciudadanía que eso comporta, no solo representa un riesgo personal de vacío existencial y baja autoestima para quienes lo soportan, sino también un trance de extravío o nihilismo político del que podría servirse la extrema derecha.

Es muy llamativo en este sentido el análisis llevado a cabo por Sociométrica con ocasión de las últimas elecciones generales del 10 de noviembre de 2019. Según el mismo, Vox fue el partido más votado entre los jóvenes varones menores de 30 años. El porcentaje rondó el 20 por ciento (19,4), algo en lo que creo no se ha reparado lo suficiente y me parece lo bastante grave como para tratar de reducir a toda costa el número de lo que en términos coloquiales se vienen llamando jóvenes ninis. También es muy significativo que el porcentaje de mujeres en esa misma franja de edad que votaron a la extrema derecha en los últimos comicios fuera mucho menor: 6,5 por ciento.

Otro dato que abunda en lo anterior y es de considerar, en evitación del perceptible deterioro de nuestra nunca bien asentada democracia, es que barómetro poselectoral del CIS, publicado en enero del año pasado, señaló que el crecimiento de Vox en los comicios aludidos se basó sobre todo en el voto de los jóvenes que en anteriores convocatorias electorales habían optado por alternativas menos radicales.

Juega a favor de esa tendencia el clima de polarización, crispación y falacias que desde determinados escaños del Parlamento a ciertos medios de comunicación, pasando por las redes sociales, se viene prodigando y me temo cala especialmente en aquella ciudadanía carente de expectativas de promoción y realización personal, ya sea en  el estudio o en el trabajo. Nada bueno para una democracia digna de tal nombre se puede esperar de la siembra de intolerancia y falsedades en una juventud sin futuro. Deberíamos saberlo. Si no es así se debe a la falta de cultivo de nuestra memoria y formación democrática después de cuatro décadas largas de ignorar de dónde venimos. Para hacer cumplir las mentiras del presente, es necesario olvidar las verdades del pasado, escribió Orwell.

La última hora  DdA, XVII/4955

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