viernes, 6 de agosto de 2021

SI LA EDUCACIÓN ES OBLIGATORIA, LA VACUNACIÓN TAMBIÉN DEBE SERLO


Vicente Bernaldo de Quirós

Un hombre de 59 años se encuentra en estado crítico en un hospital de Asturias como consecuencia del coronavirus. Nada excepcional, salvo que el hombre no quiso vacunarse en las dos veces en las que fue interpelado por los servicios sanitarios públicos. Como consecuencia de su negativa y, posiblemete porque tendría algunos problemas anteriores, esta persona se encuentra al borde dr la muerte. Y esta decisión suya es una responsabilidad individual, frente a la colectiva dl Estado de garantizar el acceso a la vacunación de todos los españoles.
No deseo la muerte de este enemigo de las vacuas, pero lamentaría mas que falleciera un anciano contagiado y que cumplió todas las revisiones sanitarias, porque, al menos, no tuvo la irresponsabilidad de jugar con fuego e hizo caso a las autoridades médicas.
El debate que está sobre la mesa es si los que se oponen a ser vacunados pueden hacer vida normal, trabajar con otras personas y llegar a casa y besar a su hijos o nietos como si no pasara nada. Es un riesgo que corre el antivacunas, pero que también van a padecer las personas que viven a su alrededor o con las que se cruza en el ascensor o en su propio centro de trabajo.
Si una persona decide quitarse la vida libremente, no seré yo quien se oponga a sus deseos, a excepción de que su acción conlleve llevarse para el otro barrio a otro semejante. No es obligatorio vivir hasta que la muerte te llame.. Puedes llamarla tu a ella e irte de este mundo si esa es tu decisión. Pero en el caso de las vacunas, hay personas afectadas.
Por esta razón, yo soy absolutamente partidario de la obligación de vacunarse. Y el que no lo haga, que se quede encerrado en u casa solo o que vaya a un lugar en el que nadie acuda paras que no le infecte. Creo que es de sentido común y no debería ser objeto de polémica como no lo es el hecho de que se prohíba a los conductores circular a cien kilómetros por las aceras. Y no porque las puedan estropear, sino por los daños colaterales.
Desde hace bastantes años, en España la educación de los niños hasta la Universidad es obligatoria y esa es una decisión lógica de nuestras autoridades, porque de esta forma conceden las mismas oportunidades a todos los chavales para afrontar las situaciones de la vida. Y es reprochable, incluso, penalmente, que los padres obstaculicen la enseñanza de sus hijos. Recientemente, en unas localidad asturiana, un padre y unas madre fueron imputados por un juzgado por negarse a llevar a sus hijos al colegio, aduciendo la pandemia de Covid-19.
Pues si la educación es obligatoria, la vacunación también lo debe ser y no tenemos que andar con paño calientes con personas conspiranoicas que creen que la inoculación de los antivirtus son un mensaje del maligno paras hacerse con su sangre o para implantarles un chip. La libertad individual está bien, siempre que no atente contra la libertad colectiva.
Desafortunadamente, el cao de este hombre en estado crítico no es único en el país. Son bastantes los negacionistas que han tenido que se hospitalizados por inhibirse a la hora de ser vacunados, aduciendo cualquier excusa bsrata y sin tener en cuenta que su irresponsabilidad pone en peligro la vida de seres humanos.
A punto de cerrar este artículo, me llega la noticia, que todavía no he podido confirmar, de que un porcentaje notable de trabajadores de geriátricos se niegan a ponerse la vacuna, sin que se sepan los motivos de esta posición. Si esto es así, tendría casi la consideración de delito porque cuidan a personas muy vulnerables que, pese a que están vacunados, es muy posible que no tengan las defensas precisas para hacer frente a una nueva variante del virus-. Habrá que estar atentos a los próximos acontecimientos y pedir a las autoridades sanitarias que les pongan n la disyuntiva de vacuna o despido. El trabajo es un bien preciado, pero no hay que abusar de los derechos.

DdA, XVII/4912

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