Los de la generación de este Lazarillo se lo escuchábamos a nuestros mayores cuando hacían memoria poco menos que épica de un Sporting muy anterior al de nuestros años de niñez. Aquellas alineaciones sonaban poco menos que heroicas en nuestra imaginación. Entre ellas estaba la que incluía a Pena, un excelente futbolista muy apegado a los dos equipos asturianos desde los años veinte del pasado siglo hasta casi finales de los cuarenta. Mi estimado amigo Goti del Sol, socio histórico del club rojiblanco que hoy volverá a sentarse en las gradas de El Molinón después de año y medio de ausencia por la pandemia, trae a colación una anécdota del deportista que afecta a las más folclórica de nuestras folclóricas y tiene por leyenda urbana en Gijón la de una conocida y sensiblera canción de Lola Flores*:
Perico Pena fue un futbolista gijonés que desarrolló una larga carrera entre 1925 y 1947, fundamentalmente dividida entre el Sporting y el Oviedo, con un fugaz paso por el Atlético de Madrid. En aquellos tiempos era bastante habitual que un jugador se moviese entre Corrida y Uría, destacando por su calidad el nombre de Herrerita. A nivel local, su fama se acrecentó por una circunstancia ajena al deporte. Resulta que en 1941 la gijonesa sala Arrieta contrató a una joven folclórica para actuar durante una temporada. Su nombre era Lola Flores. Permaneció en la villa acompañada de su madre y la hermana pequeña, Carmen. Pena, que era un habitual del establecimiento, entabló una relación con la artista; se cuenta que la hermana contrajo una enfermedad y el futbolista costeó los gastos médicos hasta su restablecimiento.
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