Vicente Bernaldo de Quirós
Hace quince días, los ciudadanos de la Comunidad de Madrid acudieron a las urnas para dilucidar la disyuntiva entre Libertad y Comunismo, a la que les sometió la ultraderechista Isabel Díaz Ayuso presidenta de esa región. La mayoría de los pobres con derecho a voto optaron por la libertad de tomar cañas y estar en los bares hasta la medianoche, aunque con la contrapartida de sufrir recortes en la Sanidad y la Educación Públicas y perder contratos de trabajo en los comedores escolares, más toda una serie de medidas restrictivas que se avecinan en los próximos meses.
Dos semanas después, los ciudadanos chilenos votaron en un referéndum constitucional el cambio en la Carta Magna y la elección de alcaldes en los principales municipales del país, también bajo el dilema de Libertad o Comunismo y los pobres de esa nación, quizá recordando el sacrificio de su querido presidente mártir Salvador Allende, prefirieron el comunismo y por eso la dirigente de este partido Iraci Hessler, ha sido elegida la primera alcaldesa comunista de Santiago de Chile.
Yo no sé lo que os parecerá a vosotros, pero los pobres chilenos han demostrado más inteligencia política que sus colegas madrileños, ya que mientras estos siguen aplaudiendo que las ciudades de esa región tengan en sus calles los nombres de los fascistas y los asesinos de la guerra civil, en aquel país latinoamericano, van a acabar con la Constitución golpista del traidorzuelo de Augusto Pinochet y las condiciones económicas y sociales de la nación van a mejorar sustancialmente.
De lo que se deduce es que en todos los países los pobres no son iguales. En algunos tienen dignidad y apoyan a los que defienden sus intereses de clase mientras que en otros, que viven en los mundos de Yuppi, prefieren ser más guay y respaldar a los que les roban y les eliminan sus derechos. Y, por cierto, ni siquiera les pagan las cañas.
DdA, XVII/4851
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