martes, 23 de febrero de 2021

ESOS CONTENEDORES NO SE QUEMAN CONTRA NADIE Y ARDEN CONTRA TODOS



Quique Peinado

En 2017 bloqueé en Twitter a Pablo Hasél. No sé exactamente por qué, porque creo que tanto él como yo hemos borrado los tuits (yo lo hago una vez al mes), pero en 2017 no bloqueaba a nadie, así que supongo que sería algo fuerte. Y teniendo en cuenta que a Pablo Hasél no le gustaba (al menos en redes, que no lo conozco personalmente ni sé si ha cambiado desde entonces) prácticamente nadie, ni Julio Anguita, pues entiendo que me debió despreciar fuertemente o que me sentí violentado de verdad.

La realidad es que no me supuso nada y que sus mensajes no le llegaban a prácticamente nadie hasta que comenzó la acción judicial contra él hace 10 años. Hoy, su nombre resuena en medios internacionales y la imagen de España en el exterior queda tocada por su encarcelamiento, sin ninguna duda. Su mensaje está amplificado y ha sido la espita que ha provocado manifestaciones y disturbios cuya causa, evidentemente, va muchísimo más allá. Hasél es la anécdota que ha provocado un problema para España. Y grande.

Creo que nadie debería pisar la cárcel por cosas como las que ha dicho Hasél (otra cosa es si terminan siendo firmes las condenas por otras cosas que supuestamente ha hecho, pero que no son el objeto de su ingreso en prisión ahora mismo) ni tampoco que esos delitos de expresión queden impunes. Una cosa es que el delito de injuriar a cualquier institución es ridículo y propio de una democracia regulera, y otra que haya gente (por poner un ejemplo) deseando violaciones y asesinatos de otras personas en redes. En cualquier caso, prisión jamás. Hay maneras, seguro, de que tanto cenutrio se lo piense dos veces sin pisar la cárcel, que es joderte la vida. Cuando oigo frases como "dos añitos a la cárcel y a vivir" siempre pienso que no entendemos lo que es estar privado de libertad.

Dicho esto, no voy a hacer la enésima reflexión sobre la violencia de estos días, pero igual los que ya vamos teniendo una edad deberíamos escuchar a los chavales y chavalas que nos dicen, en estos términos, que qué mundo les hemos dejado. Lo expresan así, de esta manera tan gráfica, mientras nosotros miramos a otro lado. Hasél no tira de nada, pero es el mechero del cóctel molotov. Y el objetivo de las protestas somos nosotros, el mundo que hemos construído o contra el que no hemos batallado. Pensar que la rabia no va contra nosotros es hacernos trampas al solitario. Decir que no es la manera de expresarla, aunque sea cierto, no apagará el problema.

Muy atentos a la España que puede surgir de whatsapps petados de vídeos de agresiones a la policía o saqueos en tiendas o agresiones de la policía. Mucho ojo al país que pueda asomarse de las barricadas de las vidas sin propósito ni posibilidad de elaborar un proyecto. Porque esos contenedores no se queman contra nadie y arden contra todos. Contra ti y contra mí. Y ya que nosotros decidimos canalizarlo todo a través de la política institucional, que la política institucional se dedique de verdad a dar un futuro a la gente y nosotros, los viejos, centrémonos en pedirlo con todas nuestras fuerzas. Porque pensar que esa gente está rabiosa contra alguien que no somos nosotros es mentirnos. Y creer que no tienen razón, también. Hasél no tiene nada que ver. Pero ya nos hemos encargado de que sí.

InfoLibre DdA, XVII/4772

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