viernes, 26 de febrero de 2021

EL OVIEDO DE CANTELI Y LAS CALLES DEL HORROR



Vicente Bernaldo de Quirós

   Como casi siempre pasa en este país, cuando la derecha pierde algo, las elecciones, los votos ciudadanos o cualquier acuerdo democrático, siempre busca las cosquillas para presentar una enmienda a la totalidad de aquello que no le gusta, bien a través de un chantaje mediático, de un juez amigo o de cualquier presión en la calle, con tal de no cumplir la decisión de la mayoría. Incluso, llega, como pasó en 1936, a dar un golpe de Estado.
   Uno de los casos más escandalosos de la negativa de la derechona a aceptar las decisiones populares es el referido al nombre de las calles de Oviedo, que denotan un fuerte ideologización parcial por parte de algunos estamentos judiciales, una resistencia a olvidar el franquismo por parte de determinados sectores que amasaron privilegios y prebendas durante su vigencia y la estupidez de algunas personas que piensan que da lo mismo como se llamen las vías por las que transitan habitualmente, siempre y cuando no les cueste dinero cambiar las tarjetas domoiciliarias.
   Cuando un gobierno de izquierdas liderado por Wenceslao López, del PSOE y en el que se incluían a  Izquierda Unida y a Somos, marca de Podemos en la capital asturiana, llegó a Oviedo, una de las primeras decisiones fue hacer más amable a todos los habitantes el nombre de las calles de la ciudad para que no rechinasen con alcordanzas de asesinos, mediocres militares y payasos de ultraderecha.
   Todo parecía lógico, pero el Oviedo franquistón, el mismo del cerco a la capital y del Oviedín del alma puso el grito en el cielo y unos desalmados que se agolpaban en torno a los partidarios de las gestas miedosas e inútiles de la División Azul en Rusia decidieron recurrir a la justicia para evitar que la ciudad fuera un referente democrático porque para eso había nacido en ella la esposa de Paca la Culona.
   Un juez, cuyo nombre no pienso citar para no despreciar más a las víctimas del franquismo, pero que conozco y espero a que sea el momento más oportuno para hacer público, asumió las tesis del fascismo irredento y sentenció que se volviera a poner  el nombre de 17 calles franquistas con el peregrino argumento de que las personas que debían decidir no eran imparciales, a pesar de su clarísimo compromiso democrático.
   El magistrado se pasó por el forro de las togas la ley de la memoria histórica en una reiterada actuación de algunos jueces que obvian las leyes que no les gustan y, a pesar de que Asturias ,puso legítimamente en marcha una ley de memoria democrática, al sentenciador le tira del pijo y ha reclamado que se cambie ya el nombre de esas calles del horror, ya que él no juzga en balde para que el personal se vaya de rositas.
   Y así está el alcalde de Oviedo, Alfredo Canteli que tiene hasta el 5 de marzo para cambiar el nombre de las calles y no prevaricar después saltándose la legislación vigente en Asturias que obliga a retirar las placas con nombres franquistas, que el titular del Contencioso Administrativo pasó por alto. Y el ayuntamiento de Oviedo gastará un pastón en rotular las calles franquistas con nombres tan despreciables como general Yagüe, coronel Aranda, Calvo Sotelo o División Azul, entre otros, porque a un señor con puñetas le ha salido del Derecho.
   Después, Oviedo tendrá que gastar otro pastón en volver a poner los nombres de las calles que no recuerden al terrorismo franquista porque la ley de Memoria Democrática de Asturias se lo exige, a pesar de que a la derecha no le gusta la democracia, salvo cuando arrasa y los vecinos de las 17 calles tendrán que invertir en nuevas tarjetas domiciliarias porque es seguro que el magistrado no se siente generoso y las paga de su bolsillo, a consecuencia de sus caprichitos de Aranzadi.

   Mal que les pese a muchos, esta es una sociedad democrática donde las decisiones se toman por mayoría y siendo el ejemplo de los países con libertad. Las calles del horror pasarán al olvido de los ovetenses y las Trece Rosas, Federico García Lorca, Gloria Fuertes, Juan Bwenito Argüelles y Aurora de Albornoz permanecerán muchos años en el nomenclátor de la ciudad y en los listines de Correos. Y a los que no les guste: ajo y agua.

       DdA, XVII/4775      

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