Félix Población
Ante las imágenes propias de una república bananera que ayer nos llegaron del asalto al Capitolio por una turba de trumpistas, lo primero que no se le habrá escapado al espectador es preguntar por el papel pasivo de las agencias de seguridad norteamericanas. ¿Dónde el FBI, la CIA, la NSA?
Pero la verdad es que no hace falta hacerlo ante las imágenes que comparan la protección armada prestada al Congreso estadounidense con motivo de las manifestaciones del movimiento Blacl Lives Matter (Las vidas de los negros importan) y la que ayer permitió a unos centenares de personas entrar violentamente en aquellas dependencias hacer huir a los congresistas. Cabe pensar, por lo tanto, que además de la instigación protagonizada por el propio presidente Trump para que se desatara tan deplorable episodio, sus protagonistas contaban con las máximas facilidades para llevarlo a cabo, aunque costara la vida a algunos de sus partícipes.
Hasta el senador republicano Mitt Romney confirmó que compete a su jefe esta vergonzosa insurrección que deja a la democracia norteamericana muy tocada en unas circunstancias tan adversas como la que vive el país con motivo de la pandemia, sobre todo porque el asalto al Capitolio ha dejado en evidencia nada menos que a las fuerzas de seguridad.
Esto último puede ser un síntoma grave de la precaria salud democrática que afecta a Estados Unidos tras el cuatrienio de Trump en la Casa Blanca. La incitación a la rebelión que este individuo no ha dejado de promover desde que se negó a asumir su derrota en las pasadas elecciones, culminada con los bochornosos hechos de ayer, debería constituir a mi juicio un delito de alta traición penalizado por la justicia.
Algunos miembros del gabinete de Trump y algunos legisladores estudian la posibilidad de recurrir a la enmienda 25 de la Constitución estadounidense, alegando su incapacidad para seguir en el cargo, en cuyo caso los sustituiría el vicepresidente Mike Pence, que sí asumió la derrota de su superior durante las dos semana que faltan para que Biden sea el nuevo presidente.
Pero detrás de las imágenes que comentamos se esconde una realidad que hará imposible tanto lo uno como lo otro, me temo. Si la pandemia está siendo especialmente cruel en Estados Unidos -casi 2.000 fallecidos diarios-, lo que el asalto al Capitolio revela es que aquella democracia podría ser devorada por el virus de la ultraderecha al tiempo que no deja de enterrar a miles de víctimas del coronavirus.
PS. Apunto como curiosidad no ver reflejada esta noticia que llena la portadas de todos los medios occidentales en la portada digital de la televisión china (CGTNE) en español.
*Artículo publicado hoy también en elsaltodiario.com
DdA, XVII/4723
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