jueves, 14 de enero de 2021

EL MANIFIESTO DE LOS 73 MISERABLES



Vicente Bernaldo de Quirós

En la cartilla militar de los soldados de reemplazo existe un apartado relativo al valor de los reclutas que dice que se le supone porque, afortunadamente, no se puede certificar su arrojo ya que no ha habido ocasión para probarlo. En la hoja de servicios de los 73 miserables que están en la reserva activa y firmaron un manifiesto en contra del Gobierno progresista debe poner que son unos cobardes porque aprovechan que ya no están en su cargo para librarse de un posible arresto por su deshonor.
   Y porqué debe calificarse de cobardes a esto militarotes del tres al cuarto que hacen la trampa de saltarse la ley que impide a los profesionales de los ejércitos intervenir en política partidista? Sencillamente porque no quieren arriesgar sus galones y sus medallas y quedarse sin empleo y sueldo para poder preservar sus privilegios de siempre con la burda excusa de España y su honor.
   Después de varias semanas del manifiesto de los 73 miserables, que a lo largo de los días han aumentado su nómina porque se creen que permanecerán en la impunidad más indecente, apenas se ha abierto una investigación para depurar responsabilidades y es verdad que las cosas de palacio van despacio, pero tendría que darse una respuesta contundente a los fantoches que exigen amparo al rey de España para que se les permitan más tropelías y pasarse la Constitución por el Fuero de los Españoles.
   Si a los abajofirmantes del espantajo contra  la democracia no les gusta la política actual, lo tienen fácil: se despojan de sus casacas militares y forman un partido político de extrema derecha para poder satisfacer sus instintos, o se unen a Vox y les votan para que les saquen las castañas del fuego
   Será lo mejor que hacen porque esa ensoñación golpista de tomar el poder y fusilar a 26 millones de españoles, por lo menos. es como un sueño húmedo de los admiradores de Scarlet Johansson y que pretenden beneficiársela oníricamente con los magros resultados que todos sabemos que terminan en la más cruel de las melancolías.
   A lo mejor, sería conveniente no hacerles ni puto caso a los 73 miserables, pero solo la ministra de Defensa, Margarita Robles salió al paso con firmeza de los golpistas de manual, porque en otras instancias no hubo todavía el suficiente valor como para reprocharles su estupidez.
   En mi ingenuidad, esperaba que aprovechando la festividad de la Pascua Militar, el rey de España, que es el capitán general de todos los ejércitos y la persona a la que se dirigían los 73 miserables pidiendo árnica, respondiera con valentía a las exigencias de los uniformados y les mandara un recadito sucinto en el que se especificara que se fueran a la puta mierda.
   Pero, quiá, una pequeña alusión críptica sobre la obligación de los militares a acatar la Constitución, sin contextualizar la frase, es poco edificante para un jefe del Estado que debe tener respeto por sus ciudadanos y ha mirado para otro lado en un momento crucial de nuestra democracia.
   Felipe VI ha vuelto a perder una oportunidad de hablarle alto y claro a los españoles sobre los enemigos de la democracia, lejos de las frases retorcidas que solo se entenderían en una dictadura o en la clandestinidad. Sea por cobardía, o simplemente por incapacidad (prefiero pensar que no es por complicidad) el monarca español se ha quedado callado, como en el discurso de Nochebuena y ha preferido hacer oídos sordos con la evidente soberbia de quien ha heredado el defecto se su augusta madre.
   Y, por supuesto, la inhibición real ha envalentonado a los golpistas que han exigido al Gobierno progresista un cambio de rumbo que afortunadamente no se le les va a conceder, como desgraciadamente, no va a hacerme caso el teniente general retirado Pérez Alamán cuando yo le aconsejo que se pegue un tiro para salvar su honor en esta España de deshonra. Son mucho más los intereses personales que defiende que sus ideas decimonónicas. Los militares japoneses se hicieron el harakiri cuando perdieron. Podría servir de ejemplo.  

       DdA, XVII/4730      

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