No
llegó a ver a su bebé, nacido en 1940, y fue condenada a la pena capital en
1942, sin que fuera probada ninguna de las graves acusaciones que se le
hicieron.
Félix
Población
Entre una de primeras mujeres
fusiladas por la dictadura franquista en Madrid y una de las últimas, ejecutada en Paterna
(Valencia), se dan dos coincidencias: las dos eran libertarias y las dos fueron
madres poco antes de su asesinato.
La víctima de Madrid había nacido en Valladolid en 1909 y se llamaba María de la Salud Paz Lozano Hernández. Ingresó en la prisión de Ventas en diciembre de 1939, después de haber dado a luz a su hijo cinco meses antes. El bebé murió de una bronconeumonía, según el certificado expedido por el médico de la cárcel el 16 de enero de 1940. Su padre, Florentino Salcedo, preso también en la cárcel de Santa Rita, fue fusilado en el Cementerio del Este al día siguiente. El 19 de enero harán lo mismo con su compañera, María Lozano. Son, en efecto, dos de los 3.000 nombres de las víctimas fusiladas por la dictadura franquista que el actual gobierno municipal de la derecha erradicó en noviembre de 2019 del lugar en el que daban testimonio de nuestra memoria democrática en el Cementerio del Este y a las que se les rindió un homenaje el pasado 5 de julio.
La víctima de Madrid había nacido en Valladolid en 1909 y se llamaba María de la Salud Paz Lozano Hernández. Ingresó en la prisión de Ventas en diciembre de 1939, después de haber dado a luz a su hijo cinco meses antes. El bebé murió de una bronconeumonía, según el certificado expedido por el médico de la cárcel el 16 de enero de 1940. Su padre, Florentino Salcedo, preso también en la cárcel de Santa Rita, fue fusilado en el Cementerio del Este al día siguiente. El 19 de enero harán lo mismo con su compañera, María Lozano. Son, en efecto, dos de los 3.000 nombres de las víctimas fusiladas por la dictadura franquista que el actual gobierno municipal de la derecha erradicó en noviembre de 2019 del lugar en el que daban testimonio de nuestra memoria democrática en el Cementerio del Este y a las que se les rindió un homenaje el pasado 5 de julio.
A María Pérez Cruz (Teruel,
1917) la llamaban La Jabalina porque
su madre era natural de Javaloyes, en la Sierra de Albarracín. Cuando solo
tenía 6 años, su familia hubo de trasladarse a Sagunto en busca de unas mejores
condiciones de vida. En esa localidad, con una gran conflictividad laboral,
María y sus cinco hermanos trabajaron desde niños, ingresando ella en las
Juventudes Libertarias cuando tenía 17 años. Durante la guerra fue enfermera de
la Columna de Hierro, integrada por milicianos anarquistas, colaboró en la
instalación de un hospital de campaña y resultó herida en una pierna en la
batalla de Teruel. Esa columna pasará a ser la 83 Brigada Mixta del Ejército
Republicano por decisión del Gobierno, en la que se incluía prescindir de las
mujeres en el frente. María se ganó la vida entonces en una fábrica de armas en
Sagunto y en una fábrica de acero en Cieza, hasta que el 23 de abril de 1939 en
que fue arrestada por la Guardia Civil.
Con la cabeza afeitada, fue
obligada a desfilar por las calles de Sagunto. Después del correspondiente
interrogatorio, se la puso en libertad, para ser internada más tarde en la cárcel
por negarse a ratificar la declaración que el capitán juez militar le leyó,
argumentando la falsedad del contenido. El 18 de enero de 1940 ingresó en la
prisión provisional del convento de Santa Clara, de la que pasó, en enero de
1942 a la Prisión Provincial de Mujeres de Valencia. Dos años antes había dado
a luz a un bebé, el 9 de enero de 1940, en el Hospital Provincial de esa
ciudad, del que nunca supo ni siquiera llegó a ver. Fue probablemente uno más
de los hijos robados en aquel periodo, entregados en adopción a las familias
adeptas a los vencedores y a su causa nacional-católica.
A María Pérez La Cruz se la acusó en el consejo
de guerra celebrado el 28 de julio de 1942 de ayuda a la rebelión, de vivir
amancebada, de tener un carácter libertino y exaltado, así como de su defensa
de los valores republicanos y de su desprecio a las tropas sublevadas. Se la
llegó a culpabilizar del asesinato del cónsul boliviano en Valencia, ciudad en
la que no había existido jamás ese consulado, así como de otros nueve crímenes
(nada menos que de ocho sacerdotes y un diputado) en las fechas en que María
estuvo internada como consecuencia de su herida durante la guerra. El propio jefe
de traumatología del Hospital Provincial de Valencia, Francisco Martín Lagos,
certificó que la paciente estaba ingresada por fractura de fémur como
consecuencia de arma de fuego. Hasta los
líderes falangistas locales dijeron que “ella no había tomado parte en los
crímenes”. Nunca se llegó a saber la identidad de los delatores. Severiano Jiménez
Basarte, practicante del hospital de la Siderurgia de Cieza, certificó que el
comportamiento de María era intachable.
Pese a todo, el Juzgado Militar condenó a María
Pérez Lacruz a la pena de muerte, según sentencia dictada el 29 de julio de 1942 por el Juzgado Militar.
No consta en la misma ningún crimen, solo unos delitos que generalmente no
conducían a la aplicación de la pena capital: “Adhesión a la rebelión y
desafección al Movimiento”. Junto a otros seis presos varones, fue fusilada en
el paredón del campo de tito de la localidad de Paterna. Tenía 25 años y fueron
dos las balas, en la cabeza y en el pecho, que acabaron con su vida.
La vida y muerte de La Jabalina fueron rescatadas del olvido hace unos años gracias a
dos libros y una obra de teatro. Manuel Girona escribió Una miliciana en la Columna de Hierro: María “La Jabalina”. Rosana
Corral-Marquez es autora de una novela titulada Si me llegas a olvidar, y Lola López ha llevado a los escenarios María La Javalina. En los tres textos se
rebaten con detalle las acusaciones de que fue víctima la protagonista y la
falsedad de todos los cargos.
El hijo o hija de María La Jabalina, de vivir
hoy en día, tendría 80 años de edad. Se sabe, gracias a la investigación
llevada a cabo por Manuel Girona, que el 9 de enero de 1940, una vez transcurridos los nueve meses
de embarazo en prisión de la militante libertaria, el catedrático responsable
de la maternidad indicó al director del hospital que María "está en
condiciones de ser dada de alta". Se la devuelve, por lo tanto, a la
prisión de mujeres del convento de Santa Clara, cuando María es una joven madre
de 22 años de edad.
Consta documentalmente en el expediente penitenciario que la
presidiaria tuvo ese hijo, pero no hay rastro alguno del mismo. Según el
historiador Ricard Vinyes (autor de Irredentas,
ed. Temas de Hoy, 2002), “la desaparición de los hijos de las reclusas en el
momento del parto fue una realidad practicada sin demasiados escrúpulos”. Para Vinyes,
las tres cárceles de la Valencia franquista (Prisión Provincial de mujeres,
convento de Santa Clara y Reformatorio del Puig) fueron “zonas de riesgo de
pérdida familiar”, ya que “en ningún registro constan los niños que ingresaban
con sus madres en esas cárceles”.
Añádase a eso el hecho de que muchas madres lactantes –como
sería el caso de María si hubiera dispuesto de esa oportunidad- tenían a sus
maridos encarcelados o habían sido fusilados, sin posibilidad de dejar a sus
hijos con algún familiar. Para los niños mayores de tres años, la nuevas
autoridades habían facultado además al Estado naciente para separar de sus
madres a los hijos de las presas republicanas a partir de los tres años e ingresarlos
en hospicios públicos o religiosos, circunstancia que hacía perder a los padres
la tutela de sus hijos, que pasaban a ser reeducados en los principios del
régimen que les había dejado huérfanos.
María Lozano, cuyo bebé se le murió de frío y miseria en la
cárcel de Ventas sin haber cumplido un mes, fue la primera mujer fusilada por
la dictadura franquista, casi al tiempo que su marido en el paredón de
Cementerio del Este de Madrid, ese lugar al que tanto teme la derecha radical
gobernante en el Ayuntamiento de la ciudad cuando nombres como los de María
Lozano y Florentino Salcedo proclaman la memoria de la barbarie represora que
siguió al final de la guerra, cuando “volvía a reír la primavera”.
María Pérez Lacruz fue la última mujer asesinada por la dictadura. Ocurrió en el paredón del campo de tiro de
Paterna, después de haberle robado el bebé que hoy -si esa persona siguiera entre
nosotros- será una anciana o anciano octogenario, ignorante de los nombres y
las circunstancias que le dieron la vida. El robo de los hijos de los vencidos
vino a poner el más infame de los remates a la crudelísima represión de los
vencedores, que no solo enterraron sin nombre a las víctimas de sus crímenes en
fosas y cunetas para preservar su impunidad, sino que arrancaron de los
vientres de las madres a sus criaturas para mercadear con su destino y enterrar
la raíz de su existencia.
Se calcula que cerca de 30.000 niños fueron robados y cambiados
de identidad en las cárceles y hospitales españoles durante la guerra y la posguerra.
El hijo o hija María Pérez La Jabalina
fue uno de ellos. Sobre esa negra historia de nuestra historia más negra
escribió Benjamín Prado una novela, -creo que Mala gente que camina-, y también un artículo titulado Que los ladrones de niños no puedan brindar
al amanecer. Lo iniciaba con esta cita: “Sobre la impunidad se pueden
clavar banderas, pero no crecen flores”.
*Artículo publicado también en elsaltodiario.com
*Artículo publicado también en elsaltodiario.com
Me dirijo a tí, a tí que hablabas de adoctrinamiento en las aulas, a tí que te molestaban las asignaturas de Filosofía y Educación para la ciudadanía, a tí que pedías un pin parental para proteger a las y los menores.
¿Sabías que aquí en España hay un campamento donde se está instruyendo a niñas y niños en el manejo de las armas y en el combate urbano?
¿Sabías que esas niñas y niños están haciendo prácticas de tiro con armas cortas y largas?
¿Lo sabías? ¿O no te interesa saberlo?
Seguro que a ti, que cuestionabas a las y los profesores, esto no te molesta, porque la violencia forma parte de tu "cultura".
Las únicas armas que hay que poner en las manos de un niño o una niña son los libros, en ellos aprenderán a instruirse en el arte y las ciencias y a combatir y disparar con el intelecto.
Si siembras cultura, recogerás un futuro esperanzador.
Si siembras violencia, lo único que recogerás es violencia.
PABLO ÁLVAREZ
DdA, XVI/4588
1 comentario:
María de la Salud Paz Lozano Hernández fusilada en Madrid Necrópolis del Este Cementerio la Almudena y Civil
https://quieneseran.blogspot.com/2008/07/mara-de-la-salud-paz-lozano-hernndez-19.html
Solidaridad Internacional Antifascista de la CNT
https://www.nuevatribuna.es/articulo/historia/maria-lozano-primera-mujer-fusilada-franquismo-madrid/20180213092655148498.html
su hijo Florentino Salcedo Lozano muerto en la https://carceldeventas.madrid.es/
http://quieneseran.blogspot.com/2008/07/blog-post.html
Su marido Florentino Salcedo Abascal fusilado 17/01/1940
http://quieneseran.blogspot.com/2008/06/florentino-salcedo-abascal-17-01-1940.html
La primera mujer fusilada en Madrid PosGuerra María Panticosa Riaza 7 mayo 1939
https://carceldeventas.madrid.es/list
dieciocho mujeres 7/05/1939 - 4/08/1939
https://www.nuevatribuna.es/articulo/historia/5-agosto-epicentro-terror/20180725095702154210.html
13 Rosas 5 agosto 1939
La primera víctima de la falange antes de la Guerra Civil Juanita Rico Hernández de las Juventudes Socialistas 21 junio 1934
http://www.agenteprovocador.es/publicaciones/la-primera-victima-mortal-del-fascismo-tenia-nombre-de-mujer
Descansa en el Cementerio Civil de Madrid guardada por Pablo Iglesias Posse (el original)
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