Félix Población
En 2015, antes de las elecciones de diciembre, el independentismo catalán
y Podemos eran dos quebraderos de cabeza para el gobierno de Mariano Rajoy. El Ministerio
del Interior no tuvo reparo alguno en crear una policía autodenominada
patriótica que no era otra cosa que una policía espía para minar mediante
informes falsos a esos dos adversarios políticos.
Durante el verano de ese año se gestó un medio de información cuya
cabecera parecía dar conformidad a ese mismo objetivo. En septiembre de 2015
nació Okdiario gracias a un préstamo
de medio millón de euros concedido por la empresa ENISA, dependiente del Ministerio
de Industria. Ese medio de información dio el ok que lo nombra a sus sustentadores
gestantes para activar el periodismo de acoso y espionaje al servicio del
departamento de Asuntos Internos del Ministerio de Interior. Alguien robó dos
meses después el móvil de Dina Bouselham, colaboradora de Pablo Iglesias, y las
cloacas mediática, policiaca y política se conchabaron en la máquina del fango.
En diciembre de 2015, Podemos logró nada menos que 69 escaños en sus primeras elecciones
generales. El cúmulo de falacias y difamaciones que se maquinó y perpetró después
no tuvo sus efectos en los comicios del año siguiente, porque todo fue quedando en una sarta de
embustes, con siete sentencias, siete, dando por falsa la financiación ilegal
del partido morado. Unidas Podemos (UP) obtuvo al año siguiente 71
escaños, algo más de cinco millones de
votos, si bien el desgaste propiciado por difamación mediática permanente y los
conflictos internos del partido morado se dejarán notar en los 33 escaños de
las elecciones de abril del pasado año, sin que en ningún caso fuera posible un
gobierno de coalición progresista, que sí se logró por fin tras los comicios
del pasado mes de diciembre.
Siempre, durante esos cuatro años, el engendro mediático aludido y sus no
pocos aliados en la derecha extremada y en la extrema derecha -con la
contribución en ocasiones de otros medios ideológicamente más centrados-, no
han dejado de tratar de impedir mediante los más burdos bulos y libelos contra
UP la posibilidad de un gobierno de coalición progresista como el que ahora
tiene el país. La coalición resistió todos esos embates, aunque descendiera
substancialmente su número de escaños, para conseguir en estos últimos meses
desde el ejecutivo mejoras sociales que no habrían sido posibles sin su
presencia.
Llegados a este punto, cuando de impedir se ha pasado a querer desestabilizar
como sea al gobierno en ejercicio, el mismo delito matriz que dio pábulo a
tantas campañas difamatorias -el robo de un móvil como materia clave para encenagar
la fuente hasta la náusea-, es regurgitado a la actualidad no para que sus
presuntos delincuentes respondan ante la justicia, sino para ponerlo otra vez
al servicio de las mismas cloacas mediáticas que dieron paso a su trama
injuriosa con un bien definido propósito y una muy concreta diana política.
Esos medios patrañeros del reboño siguen contando para ello con la más profusa
cuadrilla de tertulianos en varios canales de televisión privados y emisoras de
radio, porque de lo que se trata es de que, aunque todo quede en nada a la
postre -por enésima vez-, el fango de la ciénaga cale lo bastante para que se
deje notar su poso goebbeliano.
No debe extrañarnos, por esa y otras razones, que la credibilidad de nuestros medios de información ande por la
cola entre los países de nuestro entorno, según un estudio de la Universidad de
Oxford. Que a una mayoría de ellos les moleste la crítica es un síntoma
ostensible de esa misma tara, que también afecta a una centenaria asociación
profesional madrileña.
DdA, XVI/4555
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