Tiene bastante fama Alberto Núñez Feijóo, presidente de la Xunta de Galicia de ser un caballero de la política. Sus partidarios le definen como una persona moderada que huye de los planteamientos estridentes y que aplica en todos sus actos el sentido común, al igual que su paisano Mariano Rajoy. Pero, como en las películas de mafiosos, todo el mundo sabe que ese señor encantador que besa a los niños que lleva en brazos y regala tartas de cumpleaños a sus fieles y a los matrimonios de la familia, que no es trigo limpio precisamente.
Ocurre que el Corleone gallego que tiene un enorme predicamento en el entorno de eso que se ha venido en llamar, de manera poco rigurosa, centro derecha, ha utilizado los resortes que le da el Gobierno autonómico para retrasar el pago de los ertes con el fin de que los ciudadanos afectados le echen la culpa al Ejecutivo central y así ganar adeptos y votos para estas elecciones.
Las críticas de los diarios digitales (en los medios de comunicación de papel se ha hecho un selfie de autocensura) no han sido respondidas por el presidente gallego, que no ha dicho ni una palabra sobre las acusaciones. En su lugar sí que ha salido a la palestra el periódico La Voz de Galicia vinculado desde su nacimiento a la derecha gallega y la nieta del fundador, Victoria Fernández España fue parlamentaria de Alianza Popular desde 1977 hasta 1986, con el respaldo de su marido el periodista anglófilo Felipe Fernández Armesto.
Parece extraño, pero tiene su lógica que el periódico más leído de Galicia haya salido en defensa de su patrón, por cuanto recibe abundantes subvenciones de la Xunta y tiene entre sus colaboradores a destacadas figuras del Partido Popular.
Creo que no le hacía falta a Núñez Feijóo demorar a propósito la gestión de los ertes porque estas cosas no le tendrían que pasar factura en las urnas, pero el pánico que le entró a la derecha por la forma de encarar la respuesta a la pandemia que dio el Ejecutivo de la nación puede ser el origen de esta acción, poco propia de un caballero de la política. Durante un tiempo, con los autónomos cobrando su reclusión obligatoria, los trabajadores percibiendo los ertes y con dinero en los bolsillos de los ciudadanos, a causa de la mora en pagos de impuestos e hipotecas, a la carpetovetónica derecha española le entró el canguelo por su futuro.
Este domingo, Galicia va a las urnas en una situación un tanto extraña por el confinamiento en determinadas zonas de La Mariña, que todavía se desconoce cuáles serán, pero que pueden afectar al resultado de las urnas, si el miedo al contagio impida que las personas mayores se acerquen a los colegios electorales.
El presidente gallego sufrió críticas muy solventes sobre su decisión de confinar solo cinco días a los afectados en La Mariña, pero el hombre tiene miedo de que algo vaya mal y no obtenga la mayoría absoluta que le presagian las encuestas, porque si le falta un escaño, la izquierda sumará parlamentarios para gobernar en Santiago de Compostela. Nunca se sabe hasta el recuento, pero todos coinciden en que una abstención alta perjudica más que favorece las pretensiones de Núñez Feijóo.
De aquí al domingo, aún pueden pasar muchas cosas en función de la evolución del coronavirus, pero es constitucionalmente muy discutible que se prive del sufragio a los confinados. Además esta comarca lucense siempre fue muy proclive a dar su voto a la derecha. Total, que de una forma u otra habrá elecciones en Galicia y como dice un refrán popular en la comunidad autónoma "es el día en que los gallegos deciden si quieren más médicos....o más curas".
DdA, XVI/4554
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