viernes, 17 de julio de 2020

EL VIRUS DE LA CORONA Y EL DE VOX*


Félix Población

Coincidiendo con la pandemia del virus de la corona, se ha sabido -gracias a la prensa extranjera- que el rey emérito que ha sustentado la corona de España durante casi cuarenta años hizo pasar el AVE a La Meca por Suiza -según enunció El Roto en una reciente viñeta-, con pingües resultados para su patrimonio personal. El propio soberano transportaba en sus maletas miles de euros en billetes, que luego recontaba con una máquina al efecto ubicada en su palacio. La imagen encajaría en aquella Corte de los Milagros descrita por Valle-Inclán en tiempos de Isabel II. Fue don Ramón quien dijo de Alfonso XIII que no lo echaron los españoles por rey, sino por ladrón.

Como es de sobra sabido, la mayor parte de la prensa de este país no ha dejado de encomiar a Juan Carlos I durante su reinado.  Hoy sabemos  de nuestro ex Jefe del Estado lo bastante como para sentirnos avergonzados de la inviolabilidad con la que fue amparada su real persona. Hace tan solo unos días hemos leído  que para frenar el desgaste institucional de la monarquía y alejarse de las actuaciones del rey emérito, el Gobierno abrirá el debate sobre el fin de la inviolabilidad del monarca, que le exime de cualquier responsabilidad penal por todo lo que haya hecho antes de su abdicación.

Si se observa atentamente el proceder de la derecha extremada y la extrema derecha en los últimos tiempos, sobre todo a partir del conflicto de Cataluña y el discurso de Felipe VI del 3 de octubre de 2017, pareciera que, además de la bandera nacional, ambos partidos pretenden apropiarse de la corona y hacerla suya, vinculando la democracia con una institución cuyo desprestigio no ha dejado de crecer en los últimos años y que, puestos a someterla a referéndum, posiblemente fuera derrotada en la urnas, como lo fue en el pasado. Entonces también se pretendió mantener a un Borbón a toda costa, recurriendo incluso a la dictadura (Primo de Rivera), cuando el desgaste del régimen de la Restauración a lo largo de más de medio siglo era más que ostensible. 

Dos reyes y una regencia se sucedieron entre 1875 y 1931, y dos también están siendo los monarcas entre 1975 y nuestros días. Creo que cada vez que un diputado de la extrema derecha gana un escaño -como acaba de suceder en Euskadi- , la democracia se debilita, pues aparte del virus de corrupción que afecta a la corona, el de la extrema derecha es otro patógeno que puede resentir nuestros derechos y libertades. Si a esa extrema derecha se le une la derecha asilvestrada de un líder provisorio haciendo al rey suyo y con el rey dejándose querer por una y otra, debería el actual Gobierno hacer factible que el referéndum aquel (monarquía o república) que Adolfo Suárez no acometió en su día porque se hubiera perdido -según confesión propia-, se celebrara en un inmediato porvenir.

Es muy probable que el resultado de esa consulta fuese el mismo que hace más de cuarenta años. Eso reforzaría nuestra democracia, como hubiera ocurrido posiblemente en los inicios de aquella nada modélica transición. Quizá así podríamos tener finalmente acceso a los documentos secretos que se nos siguen debiendo sobre el papel jugado por Juan Carlos I en el intento de golpe de Estado de 1981 y que la historia oficial define hasta ahora como defensor y garante del régimen constitucional de 1978, y no como una copia del jugado por su abuelo con el general Primo de Rivera en el verano de 1923.

Si el AVE a La Meca pasó por Suiza con ese tan ominoso rastro de oprobio -unido a los precedentes-, la monarquía borbónica debería pasar por las urnas ya.

*Artículo publicado hoy también en La última hora




NO ESTUVO VOX, PERO LO SUSTITUYÓ AZNAR

Ayer el ex presidente Aznar asistió a la ceremonia civil oficiada en Madrid (primera en la historia de un país aconfesional desde hace más de cuarenta años) en memoria de las víctimas de la pandemia con una pegatina de la enseña nacional en la mascarilla, según es propio de los militantes o simpatizantes de la extrema derecha. Quiso así diferenciarse del resto de los asistentes y hacer patente de ese modo que la ausencia de Vox al acto bien podría estar representada por su persona.

       DdA, XVI/4562        

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