lunes, 11 de mayo de 2020

CAÑIZARES EN RETROVISOR


Félix Población

Antes que el arzobispo Cañizares ayer, ya lo había ensayado su colega de Oviedo en la basílica de Covadonga: dar misa en pleno estado de alarma, aunque solo fuera para dos decenas de fieles. Lo de Cañizares supera aquello porque a la catedral de Valencia se habían asomado centenares de personas, hasta que la autoridad procedió a establecer la legalidad.

Era la festividad de la Virgen de los Inocentes, Mártires y Desamparados, patrona de la ciudad, y lo señalado en el santoral se impuso a lo dictaminado por el Gobierno de la nación, que no es el que al prelado Cañizares le gustaría. Es lo que tiene no sancionar a quienes se saltan las leyes, llámense Sanz Montes o Mariano Rajoy. No se penalizan sus infracciones y viene luego otro monseñor y reincide a mayor abundamiento: desobedecer las leyes y poner en riesgo la salud del prójimo, publicitando la imagen de la infracción en los medios, convocados a tal efecto. 

Por ilustrar al arzobispo de Valencia acerca de lo que actitudes como la suya pueden comportar, le diré que quien fuera obispo de Zamora en 1918, monseñor Álvaro Ballano, celebró el 30 de septiembre de 1918 una misa y novena en honor a San Roque, patrono contra la peste, pues sufría el país y el planeta la mal llamada pandemia de la gripe española, y don Antonio creía que con preces se solventaba el mal. Aquel obispo también infringió lo acordado por las autoridades civiles, pues estaban prohibidas las concentraciones masivas para evitar los contagios

Fue tan masiva aquella ceremonia que el obispo llegó a considerarla como “una de las victorias más importantes que ha obtenido el catolicismo”. A partir de esa fecha las muertes se incrementaron ostensiblemente en la ciudad y provincia, pues a esa misa siguieron otras con carácter diario, hasta el punto de llegar a 200 los fallecidos en una sola jornada, el 12 de octubre, Día de la Raza. El número de muertes será muy alto entre los días 5 y 27 de ese mes, con una nueva ceremonia masiva el 24, en el que se convocó una procesión por las calles de la ciudad con la imagen de la Virgen del Tránsito, que no había salido del convento del Corpus Christi desde hacía 33 años, durante una epidemia de cólera. 

El resultado al final del año 1918 fue la muerte 979 personas en una población de 12.371 habitantes, lo que supone un 5 por ciento de la misma, muy por encima del 0,4 por ciento de víctimas registradas en Madrid, donde fallecieron 2.500 personas de un total de 600.000 habitantes. 

Posiblemente, el actual arzobispo de Valencia desconoce esta información histórica, sólidamente documentada, algo que teniendo en cuenta su dignidad y gobierno me parece una grave negligencia. Compete a lo que todo obispo o arzobispo debe saber del ministerio de su predecesores para que la fe o lo que sea no les ciegue la razón.

EL GLORIOSO PASADO
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Álvaro Noguera

      DdA, XVI/4492     

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