Félix Población
La sensibilidad y agudeza del fotógrafo avilesino Eloy Alonso captó la imagen a una temprana hora del primer día después de cuarenta, con sus cuarenta noches, sin más horizonte que el de las ventanas y los patios de luces. La familia de Alejandra vive muy cerca del mar y esa niña gijonesa de cuatro años está hecha a vivirlo con la maravillosa certidumbre de lo que se disfruta a diario sin que jamás nos canse su belleza. Por su belleza y por lo que la vida del mar supone para la del planeta que habitamos, los padres de Alejandra han inculcado en su hija el valor que sus pequeñas manos tienen ya para aliviar al mar de la herida del plástico. Por más ganas que tuviera Alejandra de beber el aire y la luz de ese día por el arenal de San Lorenzo, tantos días y noches sin un sola pisada humana, pudo más el encomiable ejemplo adquirido por costumbre en su familia. Pasarán los años y la fotografía de Alonso que ha quedado internacionalmente estampada será un fehaciente testimonio de por qué Alejandra Crespo, cuando sea mayor, esté posiblemente entre las profesionales enamoradas de su trabajo que luchen porque la vida del mar siga habitando nuestro planeta, y siga dando tantos motivos para amar tanto la vida a toda vela.
La sensibilidad y agudeza del fotógrafo avilesino Eloy Alonso captó la imagen a una temprana hora del primer día después de cuarenta, con sus cuarenta noches, sin más horizonte que el de las ventanas y los patios de luces. La familia de Alejandra vive muy cerca del mar y esa niña gijonesa de cuatro años está hecha a vivirlo con la maravillosa certidumbre de lo que se disfruta a diario sin que jamás nos canse su belleza. Por su belleza y por lo que la vida del mar supone para la del planeta que habitamos, los padres de Alejandra han inculcado en su hija el valor que sus pequeñas manos tienen ya para aliviar al mar de la herida del plástico. Por más ganas que tuviera Alejandra de beber el aire y la luz de ese día por el arenal de San Lorenzo, tantos días y noches sin un sola pisada humana, pudo más el encomiable ejemplo adquirido por costumbre en su familia. Pasarán los años y la fotografía de Alonso que ha quedado internacionalmente estampada será un fehaciente testimonio de por qué Alejandra Crespo, cuando sea mayor, esté posiblemente entre las profesionales enamoradas de su trabajo que luchen porque la vida del mar siga habitando nuestro planeta, y siga dando tantos motivos para amar tanto la vida a toda vela.
DdA, XVI/4481
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