miércoles, 4 de marzo de 2020

LA ENSEÑANZA CATÓLICA Y LOS ACTOS IMPUROS


Félix Población

No sabemos el nombre de la inquisidora, pero sí que ejerce la enseñanza de Religión en un colegio de confesionalidad católica de Valencia. Esa señora ha puesto en manos de sus alumnos de 12 y 13 años un cuestionario en el que les plantea si han cometido adulterio, han fornicado o han practicado la homosexualidad. 

Siguiendo esa misma inspección, propia de los carcomidos y oscuros confesionarios de madera del nacional-catolicismo en los que se nos interrogaba acerca de la naturaleza de los actos impuros, esa sujeta se ha interesado en saber si quienes asisten a su clase han practicado la masturbación. Se desconoce si los pecadores verán reducida su nota en la asignatura.

Con toda razón, el cuestionario ha suscitado las correspondientes críticas por parte de los padres de los alumnos del colegio Inmaculado Corazón de María, que así se llama, y el oportuno informe a través del departamento de Inspección Educativa. La críticas se han centrado, sobre todo, en la inclusión de la homosexualidad entre unas prácticas que la iglesia católica considera pecado. 

El gobierno de la Comunidad de Valencia considera que el cuestionario atenta no solo contra la intimidad personal, sino contra la ley de personas LGTBI y los Derechos y garantías de la infancia y la adolescencia, sin que hasta ahora sepamos nada de la responsabilidad que le cabe en ello al director o al equipo directivo del centro, a los que no se debería considerar ajenos a esta tropelía propia de sucesores de Torquemada. Una profesora, por muy confesional e integrista que sea, no creo que plantee un interrogatorio de ese tipo sin el consentimiento de quienes establecen las normas educativas del centro. 

Que la mayor preocupación del colegio Inmaculado Corazón de María sea ahora que "este hecho aislado no se convierta en excusa para atacar la asignatura de Religión y la educación católica" denota hasta qué punto -después de cometer tan lesivo agravio- no aflora en sus responsables el propósito de la enmienda o una frase de perdón, y sí lo haga la hipocresía.   
             DdA, XVI/4425             

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