Llevamos ya unos cuantos días embarcados en un auténtica y muy grave crisis sanitaria cuyas repercusiones sociales y económicas aún se desconocen. Dependerán, sobre todo, de la evolución y duración que tenga la epidemia del coronavirus en las próximas semanas.
Sin duda estamos ante uno de los episodios históricos más alarmantes que puede vivir un país como consecuencia de los riesgos que corre la salud pública de sus ciudadanos. El Gobierno, con un cierto retraso desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró el estado de pandemia, declaró hoy a su vez el estado de alerta.
Sin embargo, al día de hoy, pareciera que España carece de Jefe del Estado. ¿No tiene previsto Felipe VI hacer ninguna declaración oficial, propia del cargo que ocupa, ante la inédita y grave situación que vive el país? La ausencia del rey ante las cámaras de la televisión pública estatal no se puede entender en las actuales circunstancias.
En octubre de 2017, Felipe de Borbón sí tuvo a bien dirigirse a la ciudadanía con ocasión de la pretensión ilegal de la Generalitat de proclamar la independencia de Cataluña. Aquello, al lado de lo que ahora está en juego -la salud del país-, nos parece muy poca cosa y de mucha menos entidad para la sociedad española.
La ausencia de la palabra y la presencia del rey en esta ocasión añade desdoro a la institución que representa, cuyo creciente grado de impopularidad no deja de incrementarse en los últimos tiempos a cuenta de la supuestas corrupciones que ampara la inviolabilidad de la corona en la figura de Juan Carlos I.
DdA, XVI/4434
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