lunes, 24 de febrero de 2020

DOS FORTUNAS: LA DE JUAN CARLOS I Y LA DE SU ABUELO

The New York Times y Forbes cifran en 1700 millones de euros la fortuna del rey emérito

 

Félix Población

Leo estos días que el origen de la fortuna del rey emérito, cifrada en 1.800 millones de euros por el diario The New York Times y en algo menos (solo 1.700) por la revista económica Forbes, vuelve a generar dudas y sospechas tras la revelación difundida el pasado lunes por el periódico británico The Sunday Telegraph

Este rotativo,  a través de una noticia firmada por James Badcock, publicó que Álvaro de Orleans-Borbón, primo del rey emérito de España, habría obtenido una comisión de 39 millones de libras (50 millones de euros) por la venta del Banco Zaragozano al Barclays Bank de Londres, en 2003. Dicha cantidad, cobrada en forma de comisión por su labor como intermediario en la operación, habría ido a parar a una cuenta en Suiza a la que tendría acceso el padre del actual monarca español.

En su último libro, el hispanista e historiador británico Paul Preston (Un pueblo traicionado. Corrupción, incompetencia política y división social, Ed. Debate) cifra en 85 millones de pesetas la fortuna que se llevó consigo el rey Alfonso XIII cuando las elecciones municipales de abril de 1931 trajeron consigo la segunda República. 

El rey no estuvo exento de la Comisión de Responsabilidades que se creó en el Congreso de los Diputados y de la que nos habla con detalle la catedrática de Historia del Pensamiento y de los Movimientos Sociales y Políticos Mercedes Cabrera en Los escándalos de la dictadura de Primo de Rivera y las responsabilidades en la República: el asunto Juan March: "La primera actuación pública de la Comisión no fue precisamente brillante. El 19 de noviembre de 1931, en sesión nocturna e interrumpiendo el debate constitucional, con las tribunas a rebosar y una expectación desmedida, se leyó la acusación contra Alfonso XIII. En un largo y farragoso texto se acusaba al ex-Rey de «irrefrenable inclinación hacia el poder absoluto» y de acatamiento «siempre formulario e ineficiente» de la Constitución, para acabar considerándole culpable del delito de rebelión militar y de «lesa majestad» contra el pueblo, por ser éste cosoberano según la Constitución de 1876. Se le castigaba a ser degradado solemnemente de todas sus dignidades, derechos y títulos; a reclusión perpetua en caso de que pisara territorio nacional, y a la confiscación en beneficio del Estado de todos los bienes, acciones y derechos de su propiedad que se encontraran en España. Le correspondió la defensa al conde de Romanones y la réplica a Ángel Galarza, quien asumió la voz cantante de la Comisión de Responsabilidades en algunos de los temas más delicados . En esta ocasión, Manuel Azaña, presidente ya del gobierno, prefirió no escucharle. Algunos diputados habían intentado convencer a Azaña de que influyera en la Comisión para que cambiara su dictamen antes de comenzar. Ahora, para intentar salvar la situación sin introducir mayores divisiones entre los partidos, se presentó una nueva proposición en la que, con brevedad, se declaraba al Rey «culpable de alta traición», como fórmula jurídica que resumía todos sus delitos. Las Cortes como tribunal soberano de la nación declaraban «solemnemente fuera de la ley» a D. Alfonso de Borbón y anunciaban la incautación de sus bienes. La Comisión hizo suya finalmente esta propuesta y Azaña tuvo que cerrar el penoso debate pidiendo la aprobación por unanimidad y por aclamación".

Cuando las conclusiones de esa comisión fueron entregadas al fiscal de Estado, don Alfonso de Borbón "El Africano" ya se había ido del país con su botín. Salió del Palacio Real la noche del 14 al 15 de abril, al volante de su vehículo Duesenberg, protegido por militantes de la Federación de Juventudes Socialistas, en evitación de incidentes contra su real persona. 

Si se tiene en cuenta que el valor del dinero republicano incautado por el dictador Francisco Franco en 1938 (30 millones de pesetas, entre las que estaban las de alguno de nuestros abuelos) equivale a 3.000 millones de euros al día de hoy, queda a expensas del lector calcular la fortuna aproximada que se llevó consigo Alfonso XIII cuando embarcó en el puerto de Cartagena en el crucero Príncipe Alfonso camino de Marsella.  

Dicho queda por si en un porvenir más o menos cercano se pudiera avizorar una tercera República, después de más de cuatro décadas de monarquía reinstaurada, con mucho provecho para quien ocupó hasta hace unos pocos años la Jefatura del Estado.

PS1. Siguiendo la tradición borbónica desde el ominoso Fernando VII, don Felipe VI ha elogiado recientemente la tauromaquia, viendo en este espectáculo nada menos que cualidades de unión para el pueblo. Según la última estadística al efecto, solo el trece por ciento de los españoles apoya las corridas de toros, como no puede ser de otro modo a las alturas del siglo en que estamos.

PS2. Mi estimado colega Félix Maraña, con motivo sin duda de la emisión ayer en TVE de la película oficial sobre el 23-F (episodio sobre el que algún día sabremos la verdad), nos ofrece esta muy estimable y concisa lección de historia al respecto: "En aquel tiempo, puestos de acuerdo con el nieto, los poderes de entonces se conjuraron para imponer al general y agricultor Alfonso Armada, católico de misa, al frente de un gobierno, como tiempo atrás, el abuelo del nieto, había puesto al general Miguel Primo de Rivera, un juerguista de libro y putero de marca, al frente de un gobierno, que los historiadores han llamado dictablanda. Una dictadura de libro. Unamuno, el Unamuno que no se enseña, lo sabe muy bien. Los historiadores, periodistas y demás salsa han convenido en sentenciar que el golpe de los tiempos del nieto no triunfó. Vaya que si triunfó. Pero esto, querida nieta, es mucho para un lunes". 

DdA, XVI/4416

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