Entierro del joven militante socialista Rafael Ramos Barba
Félix Población
La imagen
pertenece a una comitiva fúnebre a orillas del Duero, causa al parecer del
asesinato de las Dos rosas de Zamora, a modo de antecedente de las Trece rosas de Madrid (militantes de las Juventudes Socialistas Unificadas) que un dirigente de la ultraderecha rediviva difamó no hace mucho, y
que el presidente del Gobierno en funciones visitó ayer en el cementerio de La
Almudena, poco después de su mensaje institucional tras la exhumación de
los restos mortales del dictador del Valle de los Caídos. La elocuente
"espontaneidad" del gesto antes de los próximos comicios añade obsceno electoralismo al espectáculo bufo de la reinhumación de Franco.
También en Zamora, en efecto, el franquismo asesinó a dos mujeres muy jóvenes, y el motivo, al parecer, fue haber identificado a una de ellas en el entierro celebrado el 26 de mayo de 1936 del joven militante socialista Rafael Ramos Barba, asesinado por quienes desde la ultraderecha de entonces acosaban con la dialéctica de los puños y las pistolas a la joven República. No tenemos constancia de la identidad de las jóvenes que van a la cabeza de la comitiva fúnebre, pero sí Magdalena y Angelita, con 17 y 15 años de edad, fueron asesinadas a finales del mes de noviembre de ese año.
También en Zamora, en efecto, el franquismo asesinó a dos mujeres muy jóvenes, y el motivo, al parecer, fue haber identificado a una de ellas en el entierro celebrado el 26 de mayo de 1936 del joven militante socialista Rafael Ramos Barba, asesinado por quienes desde la ultraderecha de entonces acosaban con la dialéctica de los puños y las pistolas a la joven República. No tenemos constancia de la identidad de las jóvenes que van a la cabeza de la comitiva fúnebre, pero sí Magdalena y Angelita, con 17 y 15 años de edad, fueron asesinadas a finales del mes de noviembre de ese año.
Antes
y después del entierro del socialista asesinado se cometieron una serie de
atentados, según el investigador de Foro por la Memoria de Zamora Eduardo
Martín, que se iniciaron el 17 de mayo
en Aspariegos (a unos 20 km de Zamora) con la muerte Emilio Rodríguez Ramos, de
las Juventudes Socialistas Unificadas. Tres o cuatro días más tarde fue
asesinado en Zamora el falangista (antes afiliado a Acción Popular y
seminarista) Francisco Gutiérrez Rivero El día 25 mataron en la misma ciudad
a Rafael Ramos Barba, también de las JSU, y al término del entierro de éste, el
día 26, algunos participantes en el cortejo fúnebre asaltaron la sede
(clausurada) de Falange y lincharon a un falangista que se encontraba allí, el
albañil Martín Álvarez. El relato transmitido oralmente por los falangistas
subraya la presencia de mujeres en este linchamiento. De hecho, una sirvienta
asesinada en diciembre fue acusada por sus denunciantes de haber participado en
estos incidentes: no en la muerte de Martín Álvarez, sino en las agresiones a
otras personas (un cura y un guardia civil retirado).
La de Magdalena y Angelita era una más de las familias modestas que
acogieron con esperanza la instauración de la segunda República en España el 14
de abril de 1931. Baltasar Flechoso Blanco, el padre,
se crió en el hospicio de Zamora, en el que fue internado a la muerte de su
madre, que le había dado sus apellidos al concebirlo siendo soltera. Fue
adoptado por una familia de la plaza del Zumacal, en los Barrios Bajos, a la
que se refería con cariño. Sus primeros años de casado con Francisca Lorenzo
discurrieron en la Plaza del Zumacal, en donde nació la primera de sus hijas,
Dolores. Después, como ocurría entonces y ocurrió más tarde, la familia emigró
primero a Beasain (Guipúzcoa) y luego a Erandio (Vizcaya). Vascas de nacimiento
fueron, por lo tanto, sus otras tres hijas: María, Magdalena y Angelita.
La humedad del norte no debió ser
aconsejable para la salud de Baltasar porque en 1924 regresó con los suyos a su
ciudad natal, para residir en la Bajada de San Pablo y abrir una fragua en
Cortinas de San Miguel. Su esposa Francisca se dedicaba a coser para una
sastrería que estaba muy cerca de la Plaza del Mercado, tarea en la que le
acompañaban sus hijas. Tanto el matrimonio como las muchachas eran muy
aficionados a la natación, acaso por haberse acostumbrado a ese deporte en el
País Vasco, por lo que era frecuente que lo practicaran en el Duero, en la zona
conocida como Los Tres Árboles. Ángeles Vivas, nieta de Baltasar, recordaba
hace años lo bien que nadaba de espalda María y la asistencia de las chicas
mayores a los bailes del bosque de Valorio: “Mi tía Magdalena tenía un novio,
al que también mataron. Mi tía Angelita era la más niña, estaba más apegada a
su madre, a la que adoraba. Se podía pasar las horas lavándola, peinándola,
arreglándole las uñas”.
Según las memorias escritas por el capitán Ángel Espías (Guerra civil española. Año 1936. Hechos acaecidos en Zamora y
provincia. Memorias de Ángel Espías Bermúdez”, en Ebre 38. Revista
Internacional de la Guerra Civil (1936-1939), 2 (2004), pp. 61-84), Magdalena y Angelita, de 17 y 15 años respectivamente, se supone que fueron
detenidas y fusiladas la noche de 20 de noviembre de 1936. Sostiene Dori Martín
Barrios que Angelita es la mujer más joven de las 39 o 40 que fueron asesinadas
en la provincia de Zamora durante el periodo más duro de la represión franquista
(Políticas de género en el franquismo, libro escrito junto a Eduardo
Martín). Y también asegura -al menos en el caso de Magdalena- que el
motivo fue hacer de abanderada en una manifestación de las Juventudes
Socialistas. No faltaron en Zamora los que pretendieron revestir de leyenda la
muerte de las dos hermanas por haber bordado una bandera roja o tricolor,
comparándolas con Mariana Pineda.
Otro libro, este de carácter autobiográfico y del que es autora Pilar
Fidalgo Carasa (Una joven madre en las
prisiones de Franco), nos detalla así el fugaz encarcelamiento de las dos hermanas:
"La historia de las hermanas Flechoso no es menos conmovedora. Nos las
trajeron un domingo, exactamente el último domingo de noviembre, por la tarde.
Una, Angelita, tenía quince años, y la otra, dieciocho. Partía el corazón ver a
estas dos pobres criaturas, totalmente ignorantes de la suerte que las
esperaba. No pensábamos que habría asesinatos aquella misma noche;
generalmente, no venían el domingo a buscar víctimas, y deseábamos convencernos
nosotras mismas tanto como deseábamos que la desgracia no golpease a aquellas
niñas. Les aconsejamos que descansaran y les preparamos en el suelo una pobre
cama hecha con las ropas y los trapos de los que disponíamos. Se durmieron, la
una en los brazos de la otra, y por un momento pudimos velar su sueño inocente.
Pero hacia las nueve de la noche, los verdugos vinieron a buscarlas. Una de
ellas, con la mirada llena de dulzura, parecía, al oír cómo las nombraban,
preguntarnos qué significaba aquello y para qué las llamaban. Se vistieron
deprisa y la mayor dijo a la más joven, acariciándola: “ten cuidado, Angelita,
y si te encuentras mal, agárrate a mí”. Estábamos tan conmovidas que apenas
pudimos decirles adiós. Al bajar por la escalera debieron comprender el fin que
las esperaba, porque oímos sus gritos. A la mañana siguiente supimos que las
habían asesinado juntas y abrazadas la una a la otra. Un mes más tarde llegó
una orden de ponerlas en libertad".
Otra imagen del mismo entierro al salir de la casa mortuoria
Según Eduardo Martín, que tradujo el libro de Fidalgo del francés después
de que lo descubriera en su viaje a España Ramón Sender Barayón cuando
investigó el fusilamiento de su madre Amparo Barayón (Muerte en Zamora), esposa
del escritor Ramón J. Sender, Magdalena y Angelita habían heredado la ideología
socialista de su padre y estaban vinculadas al parecer a las Juventudes
Socialistas Unificadas. Martín califica la actividad represora llevada a cabo
en la provincia por los militares sublevados como una auténtica campaña de
terror. Según Enrique Berzal, profesor de
Historia de la Universidad de Valladolid, están documentadas más de 2.000
ejecuciones en la provincia, algo especialmente significativo si se considera
que no hubo resistencia armada al golpe faccioso. En la base de datos de Foro
por la Memoria de Zamora hay documentación que avala la cifra de 1.520 víctimas
mortales, si bien se refiere a las dos terceras partes de la provincia, por lo
que el número documentado por Berzal es
muy posible. Todas la víctimas, salvo 90, fueron ejecutadas extrajudicialmente.
Es de tener en cuenta, para valorar tan elevado número de asesinatos en la
provincia, y teniendo como
ejemplo de barbarie el de las dos hermanas adolescentes, que durante años la
prensa reaccionaria había señalado de forma persistente -teniendo acceso privilegiado
a información confidencial de las fuerzas del orden- a cualquier joven
izquierdista que hubiera participado en enfrentamientos con los miembros de Falange.
Un hermano de uno de los dos falangistas asesinados en la capital en el mes de
mayo se erigió en vengador y participó activamente en numerosas ejecuciones
extrajudiciales, con el respaldo de las autoridades militares. En compañía de
otro falangista y de un policía apodado Cara quemada se presentaron en
casa de los Flechoso preguntando por Magdalena, y al no encontrarla se llevaron
a la hermana pequeña, manifestando a sus padres que la llevaban para “prestar
declaración”. La propia Magdalena fue detenida en casa de su hermana mayor,
donde se encontraba cuidando a un sobrino recién nacido. Datos acerca de estos
hechos, así como del asesinato de ambas, se puede encontrar también en el
trabajo de John Palmer La represión durante la Guerra Civil desde los datos del
Libro de Cementerio de Zamora: primeras conclusiones.
Es posible que esa tardía orden de ponerlas en libertad un mes después de
su asesinato, según señala Pilar Fidalgo, fuera fruto de las gestiones llevadas
a cabo desesperadamente por su padre con el general Millán Astray, al que
conocía, sin que el mutilado fundador de la Legión se tomara el caso con la
diligencia precisa para evitar el crimen. El 30 de noviembre -según consta en
la documentación oficial- Dolores, la hermana mayor, se enteró al llevarles la
comida a la cárcel de que las habían matado esa madrugada. La familia asegura
que fue diez días antes cuando rescataron sus cuerpos abrazados en una fosa
común y que por eso grabaron en la lápida de su sepultura el 20 de noviembre
como fecha del crimen. No fueron las únicas mujeres jóvenes asesinadas por las
tropas sublevadas, hasta contabilizar un total de 40. María Salgado, Adoración
Méndez y Carmen Iglesias (17 años), también de las JSU, acompañaron en ese atroz final a las dos jóvenes adolescentes nadadoras del Duero.
*Artículo publicado hoy también en elsaltodiario.com
DdA, XV/4318
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