Sobre las “molestias” del PSOE asturiano ante el mensaje lanzado por el prelado Sanz Montes en su homilía del pasado día 8 en la basílica de Covadonga, escribe Luis Fernández, presidente de Asturias Laica, este artículo que la citada asociación envió el pasado 9 de septiembre al diario La Nueva España, sin que hasta el momento haya sido publicado por este periódico, que esperamos tenga la dignidad de hacerlo, aunque sea con retraso. Para este Lazarillo es un placer darlo a conocer en este modesto blog:
Luis Fernández, Asturias Laica
Leo en la Nueva España del día 9: «La crítica del Arzobispo “a la demagogia feminista” molesta al PSOE asturiano».
Indudablemente ni el PSOE ni cualquier otro partido político tiene que
decirle a ninguna congregación confesional si sus dogmas son los
adecuados o no. Y siempre que las consecuencias morales de esos dogmas,
de obligado cumplimiento para sus creyentes, no vulneren los principios
generales de respeto a los derechos humanos, nada tienen que decir los
partidos políticos de su prédica pública.
Pero el verdadero error del PSOE es confundir el objeto de sus críticas.
Lo que resulta inasumible para la
ciudadanía asturiana es ver como su máximo representante ratifica la
postura del responsable local de una confesión religiosa. Posiblemente a
cambio de oír elogios como «Será un buen presidente para Asturias y
para la Iglesia [católica]» (elogio de arriesgada justificación y clara
resonancia franquista) el Presidente de la Autonomía Asturiana muestra a
su ciudadanía cómo asiste atento y solícito a que le expliquen cómo la
legalidad que él representa está persiguiendo a la familia permitiendo
la libertad de aborto y la educación pública, cómo cede ante la
«demagogia feminista» y cómo, al legislar sobre el derecho a una muerte
digna lo que consigue es que «a la vida anciana o enferma terminal se la
echa, como residuo, a un cubo de basura».
A una sociedad aconfesional (por mandato
Constitucional) le resulta inadmisible que su máximo representante
político se someta a las exigencias dogmáticas de una confesión
religiosa determinada, sea cual sea ésta. Y está claro que le resulta
más insoportable cuando esas exigencias son tan reaccionarias y ajenas a
la realidad social actual.
Alguien, en el PSOE, tiene que recordarle
a su responsable que él es el presidente de todas y todos los
asturianos, independientemente de cuales sean sus creencias religiosas.
Como Adrián Barbón puede ir a misa todos los domingos a escuchar las
admoniciones de cura correspondiente, como Presidente de Asturias NO
puede asistir, cómplice, a actos confesionales (ya lo dice el Tribunal
Constitucional «el Estado se prohíbe a sí mismo cualquier concurrencia,
junto a los ciudadanos, en calidad de sujeto de actos o de actitudes de
signo religioso»). Y como responsable máximo de un partido, que se dice
progresista, le hace un flaco favor con esta actuación pública.
Por otra parte, en la línea de esta
celebración asturianista, el Presidente toma como fondo de su primer
mensaje en este día el Prerrománico Asturiano. Si la elección del
escenario tiene que ver con su intención de dirigir caudales públicos a
cuidar uno de los patrimonios más singulares de Asturias, nada que
objetar. Pero ¿se ha parado a pensar en quién aparece como propietario
de ese patrimonio y por qué procedimientos se ha hecho con esa
propiedad? ¿Tiene alguna intención de luchar porque ese patrimonio sea
recuperado para el pueblo asturiano? ¿Choca eso con ser « un buen
presidente… para la Iglesia»?
DdA, XV/4273
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