miércoles, 14 de agosto de 2019

SEGÚN EL CAPITÁN BOLSONARO MOTOSIERRA, SOLO EL FORTASEC SALVARÁ AL MUNDO

Ana Cuevas       

A estas alturas de la copla hay que ser muy burro, o muy cínico, para negar el acelerón que está tomando el "asuntillo" del cambio climático. La mitad de los informativos se dedican a mostrar sus devastadores efectos en forma de inundaciones, sequías, tornados o huracanes en todos los rincones del planeta. La madre tierra está perdiendo la paciencia con estos hijos tontos, con estos monos perversos que, apenas descendimos de los árboles, nos dedicamos a talar el susodicho árbol, el bosque y cualquier brote de vida que se nos ponía por delante.
Nuestra especie es así. Como un virus autófago que acaba destruyendo su propio sustento. O al menos el de las generaciones venideras. Porque a los psicópatas que controlan el cotarro les importan una mierda las generaciones venideras. En realidad, les importa una mierda todo lo que no sea ellos mismos y su insultante existencia. ¡El que venga atrás... que arree!- como se dice en mi tierra. Lo malo es que , con lo que tendrán que arrear nuestros hijos y nietos, es con una montaña de estiércol que amenaza con enterrarlos vivos.
Habrán notado que sufro de cierta inclinación escatológica en este texto. Bien, no es casual. La inspiración me la ha dado el presidente brasileño, ese tipo ultraderechista, criminal y absolutamente imbécil durante cuyo mandato la desforestación de la selva amazónica se ha acelerado de forma estratosférica. 
Bolsonaro mantiene que el hecho de arrancar de cuajo el pulmón del planeta para rendir pleitesía a intereses pecuniarios de grandes multinacionales no tiene nada que ver con el calentamiento global. Pero "El capitán motosierra", mote del que presume el propio Bolsonaro, ha ido un paso más allá, o mejor dicho una zancada, en su sinvergüenza impudicia y ha dado con la clave para acabar con el inquietante problema. 
¿La mágica receta?: Hacer caca día sí y día no. ¿Cómo no se nos había ocurrido antes? ¡Son nuestras heces! Las deposiciones que soltamos arbitrariamente a diario, así a lo loco, entre todos los ciudadanos del mundo. Cagando a diario, e incluso varias veces según dietas, guiados por nuestro salvaje egoísmo de vaciar el vientre  sin pensar en las terroríficas consecuencias de tales desahogos.
Ni la desforestación, ni las emisiones de los aviones y las industrias que envenenan cielo, tierra y agua, ni las fugas radioactivas, ni los plásticos que se están haciendo dueños de los mares y verdugos de sus criaturas... 
La solución está en nuestros esfínteres, amigos míos. O eso sostiene este siniestro individuo. Y algo de razón no le falta. Porque es cierto que la cagamos, la cagamos mucho y muy a menudo eligiendo payasos asesinos para regir nuestro destino. Eligiendo a tipos como él.
Tampoco aquí andamos escasos de talentos negacionistas que la cagaron cuando frenaron el auge de las energías limpias para mayor gloria de las compañías eléctricas. Hay que asegurarse una vejez de oro por alguna puerta giratoria aunque eso suponga enmierdar las posibilidades del resto.
Al final, como leí por ahí, ninguno de nosotros va a salir de aquí con vida. Eso es seguro. Más tarde o más temprano, todos y cada uno nos iremos a la mierda. Hasta Bolsonaro, Trump y todos sus primos sociópatas tendrán su personalizado fin del mundo. Lo malo será la cantidad de detritos que habrán dejado en su camino. 
Es verdad que por aquí nos sobran mierdas. Pero aún estamos a tiempo de tirar de la cadena. En este caso, no se desperdiciaría el agua si los truños fueran estos elementos. Porque como abono no acabo de verlo. De una simiente de mierda no puede salir buena hierba.
Y recuerden: Como dice Bolsonaro: ¡Solo el Fortasec puede salvar el mundo! 


                          DdA, XV/4246                        

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