domingo, 9 de junio de 2019

LA CASA (TIERRA) EN LLAMAS

¿Serán los cimientos de nuestra sociedad igual de sólidos que los de la catedral de Notre Dame? Nuestro mundo se cae. Los líderes tienen que actuar ya. Y ahora no lo están haciendo. Esto es una emergencia. Hacer lo mejor no es suficiente. Hay que hacer todo lo posible. No ignoréis a los científicos y a los jóvenes en el huelga por el clima. No nos falléis" (Greta Thunberg).


Ana Cuevas
Los líderes de la Unión Europea se quedaron mudos ante el alegato de una niña sueca de dieciséis años acusándoles de pasividad frente a la inmediatez de los efectos del cambio climático. La joven activista habló con absoluta seriedad, con argumentos irrebatibles, sobre la exigua posibilidad de ralentizar el proceso que puede extinguir nuestra especie.: "Todavía tenemos una ventana abierta durante la cual podemos actuar, pero no estará abierta mucho tiempo, debemos aprovechar esa oportunidad". Greta argumentó contra los que acusan al movimiento ecologista de crear el pánico gratuitamente: "Cuando tu casa está en llamas se requiere cierto nivel de pánico para sobrevivir".
Todavía no tiene edad para votar. Por eso apela a la responsabilidad de los adultos a preservar una esperanza de futuro para los que vienen detrás. Pero esta muchacha de largas trenzas y rostro angelical no está sola. Su emocionado discurso abrió la espita de la rebelión entre jóvenes de todo el planeta. No se resignan a padecer las consecuencias de los desmadres y la irresponsabilidad de sus mayores. Por alguna extraña razón, no se quieren extinguir.
El movimiento Rebelión contra la extinción se ha globalizado entre millones de chicas y chicos que organizan huelgas y concentraciones en casi todos los rincones de la madre tierra. Nos exigen, no nos ruegan, que intentemos arreglar el desaguisado porque no quieren una herencia emponzoñada. Nuestro letal legado.
Y reclaman que los gobiernos y medios de comunicación digan la verdad sobre la situación de extrema gravedad y urgencia climática y ecológica en la que nos encontramos. No queda tiempo para seguir mintiendo. La ventana, está a punto de cerrarse.
El sábado pasado, en Zaragoza, algunos de esos jóvenes concienciados quisieron visualizar su preocupación con una performance en la que daban sepultura al planeta y, de tacada, a sus propias posibilidades de supervivencia y de futuro. Tampoco están solos. Algunos viejunos soñadores irredimibles nos ponemos a sus órdenes. No vale con entonar un mea culpa y pensar: después de mí, el fin del mundo. Si de verdad amamos a nuestros hijos, si podemos intentar pensar como especie, como el resto de los animales, debemos compartir su lucha. Es la definitiva, no quepa duda. Rebelémonos juntos para que no sea la lucha final.
                    DdA, XV/4194                

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