viernes, 5 de abril de 2019

DESPENALIZAR LA EUTANASIA NO ERA PRIORITARIO, PERO SÍ LO ERA PARA ÁNGEL HERNÁNDEZ Y MARÍA JOSÉ


Lazarillo

El pasado miércoles, Ángel Hernández puso al alcance de los labios de su esposa, María José Carrasco, enferma terminal de esclerosis múltiple, una pajita con la dosis precisa de Pentobarbital Sódico. Se trata de una sustancia que en cinco minutos produce un coma y en 30 una parada cardíaca. La utilizan los médicos en países donde la eutanasia está legislada, como Suiza o Bélgica. Hace tan solo unos meses, María José había declarado en una entrevista conjunta en el diario El País que tenía miedo de las consecuencias penales que pudiera sufrir su marido. Ángel la había cuidado durante todo ese tiempo, dado que nunca les dieron plaza en una residencia, si llevaban a cabo el proceso. El miércoles fue detenido por cumplir con el más generoso, amoroso y doloroso acto de amor que un ser humano puede hacer por otro al que ama en esas circunstancias. Tres iniciativas para regular o despenalizar la muerte voluntaria llegaron al Congreso en la pasada legislatura. La primera, presentada por Unidos Podemos, fue rechazada, de entrada, al no contar con el apoyo del PSOE, que no compartía puntos clave de la norma. Los socialistas sí lograron el apoyo mayoritario de la Cámara a su propuesta, aunque Podemos y ERC discrepaban de la necesidad de crear unas comisiones de control con carácter previo de los casos ya avalados por los médicos. El hecho de que la regulación o despenalización  de la muerte voluntaria no haya sido aprobada en la pasada legislatura, pudo haber sido decisivo para que Ángel Hernández acordara junto a su compañera vital esa decisión. Vaya para él, desde este modesto DdA, mi más entrañable abrazo por la sincera y espontánea emoción que la noticia me produjo.

                     DdA, XV/4131                       

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