Lazarillo
Un extraordinario futbolista portugués, según dicen los expertos, y un impresentable ciudadano que residió en nuestro país durante algunos años, pretendió ayer librarse del llamado paseíllo de la vergüenza que conduce a la Audiencia Provincial de Madrid. Quiso hacerlo en coche por el garaje, como algunos políticos, pero al final hubo de entrar por la puerta principal y a pie. ¿Se creía acaso este sujeto que iba a ser abroncado por un multitud indignada al grito de ¡ladrón! por haber robado a la Hacienda española casi seis millones de euros? No lo creo. Lo que se esperaba fue lo que ocurrió: expectación, numerosos medios informativos de diveros países con sus micros y sus cámaras, autógrafos y peticiones implorantes de que volviera al club en el que estuvo marcando goles temporadas atrás. Los dos años de cárcel se quedaron en una multa de 360.000 euros, además de otra de casi 19 millones. Nada que le altere la sonrisa al ídolo. No me consta que entre el público asistente hubiera una sola pancarta que dijera lo que la extrema derecha está contagiando a la derecha española: los inmigrantes vienen a robar.
DdA, XV/4.069
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