lunes, 10 de diciembre de 2018

TORRA Y COMÍN, ALIADOS DE VOX


Félix Población

El president Torra y el conseller Toni Comín han hecho este fin de semana unas declaraciones, derivadas del viaje del primero a Liubliana -de donde regresó con ánimo de ayuno monástico y solidario en Montserrat-, totalmente inadmisibles y demostrativas de hasta qué punto el procés catalán se les ha ido de madre a sus gestores, sin que al parecer asome en su ánimo el más mínimo atisbo de enmienda, pase lo que pase en el sur y sea el que sea el gobierno central. 

El ministro Ábalos ha llamado a Torra iluminado y se ha quedado corto, porque lo que el president no deja de demostrar cada día es su desprecio a la convivencia entre quienes forman parte del país al que su país pertenece. Esta vez, además, ha apelado a un modelo de independencia, el de Eslovenia -como ya hiciera su jefe Puigdemont-, saldado con una breve guerra en la que se produjeron al menos un centenar de víctimas mortales y miles de heridos, la mayoría de ellos entre el ejército federal. 

¿Qué pretende Torra con esta soflama dirigida a una ciudadanía de la que tanto se ha honrado por su proceder no violento? Vivimos en una nación que tiene entre sus precedentes históricos más inmediatos una larga actividad terrorista protagonizada por ETA, también con la independencia del País Vasco como objetivo, a la que hay que sumar la violencia represiva de una dilatada dictadura, como consecuencia de una crudelísima Guerra Civil (cuatro en un siglo). ¿Qué quiere decir Torra a sus conciudadanos catalanes cuando pone como ejemplo a los eslovenos  y afirma: "Hagamos como ellos, propongámonos que no hay marcha atrás y estemos dispuestos a todo para vivir libres"?

A modo de ratificación en la misma tónica, el exconseller Toni Comín fue incluso más explícito, sin aludir a la vía eslovena como ejemplo a imitar: "El camino que queda hasta llegar al final será dramático”, afirmó. “Ha llegado la hora de pagar el precio alto, injusto, pero inevitable de nuestra libertad”. ¿Pero qué está diciendo este sujeto? ¿Que serán él y Torra los primeros en pagar ese alto precio injusto pero inevitable o harán como su jefe Puigdemont, que huyó clandestinamente de España después de aquella grotesca declaración unilateral de independencia, para alojarse confortable y ricamente en Waterloo?

Cabe esperar que, a la postre, el seny de la mayoría de catalanes se imponga a esa rauxa cada vez más desaforada y esperpéntica que están exhibiendo los citados y sus CDR, a los que pretenden espolear. Confío en que Torra y Comín paguen por ello el precio político que les correponde por sus dislates, que de seguro celebrarán y nutrirán el necionalismo de extrema derecha que viene del sur.

                    DdA, XV/4.031                   

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