Federico e Isabel García Lorca
Lazarillo
Se cumplen mañana 82 años de asesinato de Federico García Lorca en su Granada. Falleció oficialmente a consecuencia de heridas producidas por hechos de guerra, según redactaban los ejecutores de tantos miles de ciudadanos defensores de la segunda República, enterrados todavía hoy en fosas y cunetas. De todos ellos es símbolo el paradero desconocido de los restos del escritor y poeta, cuya personalidad y obra parecen ahora más vivas que nunca -según leemos hoy en el diario El País-, hasta el punto de reclamar para él la concesión del Premio Nobel de Literatura a título póstumo. La noticia de tal hecho podría ser ilustrada con esta coda: Como él, miles de españoles democrátas yacen bajo tierra sin identidad alguna cuarenta años después del final de la dictadura, enterrados como alimañas en el lugar donde fueron ejecutados. Interesante la entrevista que publica el diario La Vanguardia con Ian Gibson. Agradezco a mi estimado amigo Goti del Sol su enjundiosa brevería para el día de la fecha:
Mientras los restos de un general golpista y del fundador del partido
fascista español permanecen en un monumental mausoleo y sirven como
lugar de peregrinación, los de uno de los mayores creadores de la
literatura en lengua castellana se encuentran en alguna cuneta ignorada.
Es un perfecto resúmen de la España de los últimos ochenta años.
Así habló Lorca cuando se inauguró la biblioteca de su pueblo en Fuente Vaqueros, septiembre de 1931:
Así habló Lorca cuando se inauguró la biblioteca de su pueblo en Fuente Vaqueros, septiembre de 1931:
Queridos paisanos y amigos:
Antes
que nada yo debo deciros que no hablo sino que leo. Y no hablo, porque
lo mismo que le pasaba a Galdós y en general, a todos los poetas y
escritores nos pasa, estamos acostumbrados a decir las cosas pronto y de
una manera exacta, y parece que la oratoria es un género en el cual las
ideas se diluyen tanto que sólo queda una música agradable, pero lo
demás se lo lleva el viento.
Siempre
todas mis conferencias son leídas, lo cual indica mucho más trabajo que
hablar, pero al fin y al cabo, la expresión es mucho más duradera
porque queda escrita y mucho más firme puesto que puede servir de
enseñanza a las gentes que no oyen o no están presentes aquí.
Tengo
un deber de gratitud con este hermoso pueblo donde nací y donde
transcurrió mi dichosa niñez por el inmerecido homenaje de que he sido
objeto al dar mi nombre a la antigua calle de la iglesia. Todos podéis
creer que os lo agradezco de corazón, y que yo cuando en Madrid o en
otro sitio me preguntan el lugar de mi nacimiento, en encuestas
periodísticas o en cualquier parte, yo digo que nací en Fuente Vaqueros
para que la gloria o la fama que haya de caer en mí caiga también sobre
este simpatiquísimo, sobre este modernísimo, sobre este jugoso y liberal
pueblo de la Fuente. Y sabed todos que yo inmediatamente hago su elogio
como poeta y como hijo de él, porque en toda la vega de Granada, y no
es pasión, no hay otro pueblo más hermoso, ni más rico, ni con más
capacidad emotiva que este pueblecito. No quiero ofender a ninguno de
los bellos pueblos de la vega de Granada, pero yo tengo ojos en la cara y
la suficiente inteligencia para decir el elogio de mi pueblo natal.
Está
edificado sobre el agua. Por todas partes cantan las acequias y crecen
los altos chopos donde el viento hace sonar sus músicas suaves en el
verano. En su corazón tiene una fuente que mana sin cesar y por encima
de sus tejados asoman las montañas azules de la vega, pero lejanas,
apartadas, como si no quisieran que sus rocas llegaran aquí donde una
tierra muelle y riquísima hace florecer toda clase de frutos.
El
carácter de sus habitantes es característico entre los pueblos
limítrofes. Un muchacho de Fuente Vaqueros se reconoce entre mil. Allí
le veréis garboso, con el sombrero echado hacia atrás, dando manotazos y
ágil en la conversación y en la elegancia. Pero será el primero, en un
grupo de forasteros, en admitir una idea moderna o en secundar un
movimiento noble.
Una
muchacha de la Fuente la conoceréis entre mil por su sentido de la
gracia, por su viveza, por su afán de elegancia y superación.
Y
es que los habitantes de este pueblo tienen sentimientos artísticos
nativos bien palpables en las personas que han nacido de él. Sentimiento
artístico y sentido de la alegría que es tanto como decir sentido de la
vida.
Muchas
veces he observado, que al entrar en este pueblo hay como un clamor, un
estremecimiento que mana de la parte más íntima de él. Un clamor, un
ritmo, que es afán social y comprensión humana. Yo he recorrido cientos y
cientos de pueblecitos como éste, y he podido estudiar en ellos una
melancolía que nace no solamente de la pobreza, sino también de la
desesperanza y de la incultura. Los pueblos que viven solamente apegados
a la tierra tienen únicamente un sentimiento terrible de la muerte sin
que haya nada que eleve hacia días claros de risa y auténtica paz
social.
Fuente
Vaqueros tiene ganado eso. Aquí hay un anhelo de alegría o sea de
progreso o sea de vida. Y por lo tanto afán artístico, amor a la belleza
y a la cultura.
DdA, XIV/3927
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