que la
información que Villarejo almacenó es cierta, pero que «no se puede
difundir ni consentir que pueda accederse a ella porque destrozaría a
las instituciones y a muchas personas que las ocupan o han ocupado».
¿Destrozar las instituciones? -se pregunta el autor en este artículo-. Qué pena, como si no estuvieran ya hechas
unos zorros. ¿Y las personas? ¿Qué personas? ¿Los que han vivido y viven
de mangarla? ¿No prima más el derecho del ciudadano a saber en qué
manos están, quiénes son en realidad los que gobiernan y ostentan el
poder? No, el sistema se vería dañado. El sistema no se daña porque esté
podrido, sino porque puede hacerse pública su podredumbre.

PARECE MENTIRA
Miguel Sánchez-Ostiz
Vivirdebuenaganawordpress.com
Y no lo es. Los secretos de Estado, es
decir, las trapacerías y negocios sucios de un comisario de policía
mafioso al frente de una organización de funcionarios por él dirigida al
servicio de la clase dirigente, obviamente pringada como pagadora de
servicios ilegales y beneficiaria de estos. No son rebabas, es una
extraña forma de vida pública, una tela de araña que por su extensión y
espesura resultaría impensable en otros países de mayor control de la
cosa pública. Aquí da la impresión de que se lleva la trapisonda como
norma de conducta y hasta como número de variedades sin consecuencias
apreciables. Hay condenas, cierto, pero está visto que es mucho más lo
que permanece oculto que lo que acaba sentenciado.
El juez que se ocupa de la morterada de
casos de corrupción destapados en torno al ex comisario Villarejo
(presentado como empresario) ha levantado el secreto siquiera parcial de
algunos sumarios, pero la Fiscalía le ha replicado diciendo que la
información que Villarejo almacenó es cierta, pero que «no se puede
difundir ni consentir que pueda accederse a ella porque destrozaría a
las instituciones y a muchas personas que las ocupan o han ocupado».
¿Destrozar las instituciones? Qué pena, como si no estuvieran ya hechas
unos zorros. ¿Y las personas? ¿Qué personas? ¿Los que han vivido y viven
de mangarla? ¿No prima más el derecho del ciudadano a saber en qué
manos están, quiénes son en realidad los que gobiernan y ostentan el
poder? No, el sistema se vería dañado. El sistema no se daña porque esté
podrido, sino porque puede hacerse pública su podredumbre. La Fiscalía,
con su informe, consagra la impunidad de los participantes en esos
cotarros que se enriquecen gracias a ilegalidades y delitos flagrantes
ligados al poder político y a las instituciones del estado.
¿La seguridad del Estado en manos de
mafiosos? Suena a novelería o a thriller ya muy manoseado, pero aquí, en
este país, tiene rasgos de una triste realidad: del Rey emérito para
abajo, no se sabe cuántos están tocados, señalados, apuntados…
protegidos. No hay tal seguridad, sino la pervivencia de un
régimen que no da más de sí por muchos esfuerzos de encubrimiento
judicial o mediático que se le apliquen.
Llama la atención la relativa
indiferencia con la que es acogida esta noticia por buena parte de la
ciudadanía, como si nos importara un comino que haya mafias policiales,
bancarias, políticas, y estuviéramos aquejados de un fatalismo sin
fondo, como si supiéramos que con publicidad o sin ella, nada iba a
cambiar y la podre seguiría rebosando a fecha fija y de manera
interesada, desde las páginas de medios de comunicación. Porque el que
haya salido todo esto a la luz no es fruto de trabajos de información,
sino de peleas de navajeros, que filtran lo que les conviene y lo que
pueda perjudicar a la competencia.
La voluntad de cambio es escasa, no en el
sentido de una renovación de las instituciones, sí en el de la pugna
por las actas de diputados y la repetición de programas electorales más o
menos mendaces que hasta ahora a nada comprometen. De haber un cambio
es posible que solo sea a peor, que se blinden de tal modo las
instituciones que sea imposible llevar las actuaciones de quienes las
representan a los tribunales. Está visto que la mugre y el más de lo
mismo o muy parecido, es preferible a un verdadero cambio social y
político. Fatalista ese más vale malo por conocer que parece inspirar la
vida pública española o aún mejor, no conocer, no querer saber, porque
así se vive mejor. A lo loco se vive mejor…
Parece mentira, pero es cierto que los
papeles de Villarejo, desencriptados y por desencriptar, y muchos más,
los iremos conociendo, o no, con el tiempo, a golpe de timba de mafiosos
que se acuchillan vengativos si los negocios salen mal porque está
visto que mientras van viento en popa, nada se dice, nada se sabe y la
seguridad del Estado está asegurada.
DdA, XIV/3936
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