jueves, 19 de julio de 2018

EL BOTIJO DEBE SUDAR AGUA Y SONAR A CAMPANA

Resultado de imagen de botijo con agua

Félix Población

Lo leí en El País Semanal del pasado domingo y me he quedado con el nombre del alfarero, José Ángel Boix, residente en Agost, Alicante, un lugar en el que llegaron a existir hasta treinta talleres de alfarería. Boix pertenece a la cuarta generación familiar ocupada en los menesteres de hacer del barro artesanía. Trabaja hasta cinco mil botijos en un año, que se puede adquirir desde tres a sesenta euros cada uno. Un botijo bien hecho mantiene hasta seis o siete grados más fresca la temperatura del agua. Antes del primer trago, recomienda Boix llenarlo de agua y mantenerla dentro todo un día, para luego tirarla y hacer uso ya del recipiente.  La clave para un buen botijo está en la porosidad del material. El botijo tiene que sudar; si no, no hace agua fresca. Por eso hay que ponerle un plato debajo siempre, comenta este alfarero alicantino. También señala otras dos caracteristicas fudamentales para elegir el modelo adecuado. Por un lado, no tiene que pesar mucho, y por otro es imprescindible en su cuerpo un requisito sonoro esencial: que al cogerlo por la base y darle unos golpecitos con el dedo en el asa, suene como una campana. El sudor del agua y la música que contiene hacen del botijo su fuente de frescor.

DdA, XIV/3906

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