Addah Monoceros
Médico Interna Residente de Familia y resistente
Médico Interna Residente de Familia y resistente
Están
en todas partes. En los pasillos del hospital, en los ambulatorios, en
Urgencias. Se pueden hallar a cualquier hora, tanto a las cinco de la
tarde como a las tres de la madrugada. Siempre con una sonrisa, siempre
con un comentario bonito, siempre inculcándonos fuerza, como si a ellas
les sobrase, como si ellas no pusieran toda su dedicación y todo su
esfuerzo para mantener el sistema en pie. Y es que, ¡qué poco se valora a las señoras de la limpieza! Y digo “señoras” en
femenino porque sigue imperando ese componente machista en el que son
ellas mayoría. Una mayoría infravalorada, una mayoría despreciada,
porque cuando se habla de la Sanidad sólo se mira a los médicos y, en
última instancia, a enfermeros o auxiliares. Como si fuera una pirámide,
como si unos fueran más que otros.
Ya hablé de Enfermería en su momento. Ya he recalcado incontables veces la importancia y el valor de todos y cada uno de los profesionales sanitarios, y de cuánto dependemos unos de otros para funcionar. Pero, ¿y las señoras de la limpieza?
Poco se habla de ellas. Poco se alude a su incansable voluntad de
ayudar. Poco se habla de cómo se apresuran a dejar un box limpio para
que otro paciente pueda contar con un entorno aséptico en el que el
sanitario ejerza cómodamente su labor. Poco se habla de cómo desinfectan los inodoros,
de cómo hacen las camas, de cómo se sumergen en ambientes sucios,
malolientes, incluso contaminados, de forma totalmente desinteresada,
todo para que nosotros, los renombrados médicos, y ellos, los pacientes,
protagonistas del sistema, cuenten con un entorno pulcro, agradable a la vista.
Los hay que ni las miran. Que pasan por el suelo húmedo sin ni siquiera pedirles permiso,
sin emitir una disculpa. Los hay que no apartan la vista de la pantalla
de su ordenador cuando ellas llaman tímidamente a la puerta de la
consulta para vaciar esa basura colmada de gasas ensangrentadas y
jeringas. Los hay quienes se impacientan porque “aún no han pasado a limpiar el box”,
sin detenerse a pensar que, tal vez, se demoran porque cuentan con
varios boxes más que higienizar. Raras veces se las nombra cuando
hablamos de sanidad, y me preocupa. Me preocupa inmensamente.
Me preocupa este escalafón, esta injusta jerarquía. Parece que, para
ser respetable como persona, alguien con estudios universitarios merece
más admiración que quien arrastra un carrito y una fregona por salas y
pasillos. ¿Acaso ellas no contribuyen a la sociedad? ¿Cómo podríamos
trabajar en un estado sucio, hediondo, con un riesgo mayor de contagio
de enfermedades? ¿Acaso sería seguro para nosotros? ¿Lo sería para los
pacientes?
Queridas señoras de la limpieza: gracias. Gracias por sostener el sistema en silencio, con esa modesta reserva que os caracteriza, con vuestro sacrificio incansable. Gracias por
esas palabras de ánimo, por esas muecas de apoyo, por esos ojos
brillantes que se maravillan por nuestro trabajo tanto como nosotros
deberíamos admirarnos por el vuestro. Gracias por todo, gracias por
tanto. Y ojalá algún día el mundo sepa estimar vuestros méritos y la
relevancia que tenéis en sociedad. Yo lo hago más y más con cada día que pasa.
2 comentarios:
Precioso comentario. Sin limpieza y desinfección ni el mejor cirujano podría hacer su trabajo hay lo dejo. felicidades a todas y todos los del sector de limpieza hospitalaria por el gran trabajo que hacen. Las respeto profundamente tanto como al mejor cirujano o especialista del mundo . Médicos y doctores . Enfermeros etc
Mil gracias a usted por tan preciosas palabras para nosotras,q como bien dice para muchos somos invisibles,me alegra y me llena de orgullo ser un eslabón tan importante como todo el personal sanitario ante personas como usted que lo reconoce y lo dice con ese AMOR
Mil Gracias de nuevo ��de parte de todas mis compañeras y en especial mías
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