Si bien también hoy en día la amistad puede adolecer de una aridez antes impensable. Pues no sé cómo y en qué medida el correo cibernético y demás, reemplazan al género epistolar que existió hasta ayer. Me cuesta trabajo pensar que este género se mantenga hoy con las mismas propiedades que tenía la carta cuidada con esmero hasta que era depositada en el buzón. Por ejemplo, la impaciencia y la precipitación presentes en la facilona espontaneidad que nos brinda la tecnología en este aspecto, pueden influir y erosionar la relación amistosa por muy sólida que sea, preservada antes por el tiempo que transcurría entre la carta y la respuesta. Pero en todo caso y por otra parte, como digo al principio, también se preserva con mayor eficacia la amistad prestando atención a las relaciones virtuales, pues, como dice Marco Tulio Cicerón, el mucho contacto consume la amistad, el respeto la conserva y la confidencia la corrompe.
Desde luego parece claro que quien dice tener muchos amigos es porque en realidad no tiene ninguno en el que confiar y confunde amistad con amiguismo. Pues si es cierto que tener un amigo es como tener un tesoro, difícilmente se pueden amontonar tesoros. Sin embargo, en este orden de cosas hoy hay otra ventaja, y es que aunque es más fácil hoy en día confundir la amistad con solicitudes de amistad, también es un placebo almacenar amigos virtuales que pueden compensar alguna de nuestras frustraciones...
DdA, XIV/3801
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