miércoles, 28 de marzo de 2018

LOS CUENTOS DE BUEN HUMOR DE JARDIEL PONCELA


Lazarillo

En ese magnífico programa de La Dos, Imprescindibles, tuvimos oportunidad de ver recientemente un exhaustivo documental dedicado Enrique Jardiel Poncela (Madrid, 1901-1952), con el actor Pepe Viyuela intepretando al escritor. Quien en los años treinta, durante la segunda República, tuvo merecida reputación como tal, autor teatral y director, y llegaría incluso a viajar a Hollywood en dos ocasiones para hacer las versiones en castellano de algunos films, pasó los últimos años de su vida entre estrecheces, enfermo y deprimido. El actor Fernando Fernán Gómez, que se había iniciado con él, le prestó ayuda en esa última etapa, y durante esos años contó también Jardiel con la amistad de su perro Boby, al que encontró en la calle en Bilbao, unos años después de la guerra, e invitó a un suizo. El perro lo acompañó luego al coche y el escritor le hizo un sitio en el vehículo y en su casa hasta 1952, año de la muerte de Jardiel. Hubo que encerrar al perro en casa cuando el féretro fue trasladado a la iglesia para celebrar el funeral porque Boby quería ir detrás de su amo como el primer día. Boby murió quince días después.
Jardiel Poncela es uno de los miembros más destacados de la que se ha llamado «la generación inverosímil» y está considerado como el renovador del humor español moderno. Su producción literaria es ingente. Pese a que se le conoce más como dramaturgo, escribió también novelas, cuentos, poesías, ensayos, artículos periodísticos y guiones cinematográficos. Dirigió películas y fue empresario teatral. Su humor vanguardista y cosmopolita creó escuela y dejó una impronta jardielesca en los humoristas posteriores. Aparte de su obra creativa, Jardiel Poncela fue un teórico del humor, preconizó la superioridad de éste sobre el género dramático. Para él, la comicidad era uno de los frutos de la civilización. El humor surge de la inteligencia. Para poder entenderlo y apreciarlo en profundidad ha de poseerse una sólida cultura, una aguda sensibilidad, un buen conocimiento del propio idioma y una actitud sabia ante el mundo. 
Es de celebrar y agradecer que la editorial Renacimiento haya publicado estos cuentos de buen humor en su sello Espuela de Plata. La edición es de Enrique Gallud Jardiel.

DdA, XIV/3805

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